Las redes sociales andaban más rápido que los medios, la gente comentaba, buscaba certezas porque algunos llegaron a dudar del contundente ¡volverán!, de Fidel del 2001, llamadas telefónicas, mensajes por celular... “Caballero, en el edificio la gente se vocea de un balcón a otro, y por la calle igual, todo el mundo le dice al otro: ‘¿te enteraste?’; señores, estamos viviendo un día histórico”, así llegó María Antonieta a la redacción, que ya estaba en alerta porque María Delys “había descubierto” sobre las ocho de la mañana la liberación de Alan Gross, y de Gerardo, Ramón y Antonio. Cuba y Estados Unidos cambiaron con un vuelco inesperado el fin del año 2014.

Cumbres, armisticio, cumpleaños, fiestas religiosas... el resto de la historia del mundo se quedó por debajo del acontecimiento: ¡norteamericanos y cubanos entendiéndose después de más de cinco décadas de ruptura de casi toda índole!

“La noticia del año”, enseguida la catalogaron en el mundo de la gran prensa. Y lo es, sin duda alguna, al menos los cubanos lo vivieron así. El país se conmocionó. En Camagüey vi por la calle Cisneros un grupo de trabajadores que salió a las calles voceando vivas a la Revolución, y gritando: ¡Abajo el bloqueo! Era la voz del pueblo, espontánea, sincera, alegre. En el periódico interrumpimos el almuerzo y nos fuimos para la calle, ¿qué cubano no se suma a una felicidad así?

La mayoría que no se enteró en los centros laborales disfrutaron las palabras de Raúl y las imágenes inolvidables del histórico reencuentro de los Héroes con sus familias y su pueblo. Frente a los televisores de todo el país lloviznó con hondura. “A mí se me aguaron los ojos”, me confesó el jueves un empresario que me dio un aventón, y recordé los ojos verdes de mi madre volverse un poco mar. Eran las lágrimas del gozo alegrando la noche al ver a los Héroes agradecidos recibidos por su Presidente.

¿Qué pecho no palpitó acelerado con el abrazo de Tonito a su padre, o con el júbilo de la hermana y la ternura hecha abrazo de Mirtha a su hijo, que ya seguro disfrutó del almuerzo de su madre? Elizabet y Ramón revivieron ante el pueblo la pasión del cubano, y entonces, hijas y padres dibujaron la imagen real de la familia cubana, que persevera, que lucha a pesar de la distancia, que supera la añoranza. ¡Qué dulces y viriles Gerardo y Adriana! Él, que por su exagerada condena, se puede decir que volvió a nacer el miércoles pasado. Atrás, toda la espera; por delante, la familia.

Fueron 16 años de pérdidas irreparables y de triunfos indescriptibles. No son los mismos. La prisión les laceró el cuerpo y les agigantó el alma, lo vimos en el cementerio, en el barrio.

Beneficios económicos se perfilan de ambas partes, la prensa sigue hablando y seguirá, porque un antes y un después ha ocurrido. El pensamiento de Martí debe alumbrarnos como nunca antes para que el acercamiento sea en todo provechoso, porque como él aclaró: “La política es el arte de prever”. Equilibrio y respeto deben ser nuestras palabras de orden.

Cuba fue una fiesta el 17 de diciembre. Todavía se escuchan las fanfarrias de la esperanza en las miradas de la gente, y las expectativas surcan las neuronas y las noticias. En manos del Congreso norteamericano está el privilegio de quebrar el bloqueo y darnos la felicidad de un mundo más justo y más pleno. Es cuestión de tiempo y de sabiduría que el sol culmine de pintar el amanecer que acaba de surgir entre nosotros.

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