LA HABANA.- Murió Robert Redford hoy y el cine está de luto, no solo por su obra como actor, director, productor, sino por ese hijo que nombró Sundance Festival, que le dio voz al cine emergente, incluido el de Cuba.
No pocos de sus fanáticos quisimos ser, más de una vez, Robert Redford, sobre todo entre los que ya peinamos canas, desde aquel primer encontronazo con "Nuestros años felices" y su relación turbulenta con esa otra diosa Barbra Streisand.
También deseamos vestir su piel en "Dos hombres y un destino", junto a su amigo Paul Newman, en "Los tres días del Cóndor" o en "Los hombres del señor presidente", sobre los dos reporteros que revelan el escándalo de Watergate, encarnados por él y esa otra estrella de la gran pantalla que es Dustin Hoffman. Hubiéramos querido vivir aquella pasión con Meryl Streep en "África mía" o disfrutar de la noche que nos hizo imaginar con Demi Moore en "Propuesta indecente"; fueron tantas sus buenas películas, para muchos de nosotros, fue uno de los ídolos del cine.
Hoy no pocos cubanos recordarán su paso, más de una vez, por La Habana, para participar en el Festival del Nuevo Latinoamericano, o en enero de 2004, cuando viajó para presentar a la familia cubana de Ernesto Che Guevara Diarios de motocicleta, filme del director brasileño Walter Salles que él produjo.
Redford envejeció con dignidad, como ejemplo de intelectual comprometido con su época, como promotor de numerosas campañas sociales y vinculadas a la protección del medio ambiente. Sin duda, falleció un ícono de la cultura estadounidense y del cine internacional.