CAMAGÜEY.- Siempre ha despertado en mí cierta curiosidad al escuchar a los médicos referirse a la muerte súbita en los bebés. Ahora, con la Dra. Arianna Sugrañes Montalván, especialista de 1er. grado en Terapia Intensiva y Emergencia, perfil pediátrico, Máster en enfermedades infecciosas y Profesora Instructora, del hospital pediátrico provincial Eduardo Agramonte Piña, de esta ciudad, acabo de conocer que igual se le conoce como muerte en la cuna.
—¿Qué es en sí este suceso?
—Es la muerte inesperada, inexplicable de manera súbita en el niño menor de un año, aunque vale decir que este episodio puede ocurrir en otras edades, incluso, en la adultez temprana. Sin embargo, la más descrita por ser la de mayor cantidad de casos es en los menores de un año, incluso se dice que el 90 % sucede en aquellos que no llegan a los seis meses de nacidos , casi siempre con un pico de incidencia entre los dos y los cuatro.
—¿Cuáles son sus características?
—Después de hacerse una necropsia no se encuentra lo que llamamos un hallazgo que por sí solo explique la muerte del paciente.
“En la cuna pueden ocurrir muertes por broncoaspiración —consiste en la aspiración accidental de sólidos o líquidos por la vía aérea—; por asfixia en los que duermen con almohadas y se sofocan, y sobre todo en casos de colecho, o sea, cuando el niño duerme con sus padres y estos lo comprimen. Pero a los efectos de la necropsia todo esto da daños pulmonares por asfixia y si es por el aplastamiento de los familiares sale a la luz por la compresión del tórax.
“En el caso de muerte súbita nada de esto aparece para justificar el fallecimiento”.
—¿Cómo se comporta la incidencia a nivel mundial?
—Muy elevada en los países desarrollados, mucho más que en aquellos en vías de desarrollo, algo que parece paradójico. Incluso en los desarrollados se dice puede llegar a 1,2 o 1,5 por 1 000 nacidos vivos, y en el otro grupo (subdesarrollados), entre 0,4 y 0,8, muy por debajo. En la década de los ‘80 llegó a ser la primera causa de mortalidad infantil en los del llamado primer mundo. En EE.UU. la Academia Americana de Pediatría promovió una campaña, y con una serie de medidas adoptadas lograron reducirla en un 50 %.
—¿Cuáles eran los factores que predisponían a este hecho?
—De acuerdo con las investigaciones, dependían de los niños prematuros y aquellos con crecimiento intrauterino retardado (CIUR), también el hábito de fumar de las madres que eleva entre un 50 a un 80 % el riesgo de muerte súbita, tanto si lo hace en la etapa de la vida de lactante como durante el embarazo, porque provoca poca formación del pulmón y el sistema respiratorio del niño.
“Algo que revolucionó esta situación fue el acostar al bebé decúbito prono (boca abajo) porque se dieron cuenta que estos tenían más probabilidades de muerte que aquellos que duermen decúbito supino (boca arriba)”.
—Era lo que se predicaba antes y no en épocas tan lejanas...
—En efecto. No obstante, lo acertado es boca arriba con la cabecita ladeada.
—¿Algún otro factor de riesgo en esos países?
—El sobre arropamiento de estos bebés porque sus países son muy fríos. Pero insisto, no hay un evento patológico que por sí solo justifique este tipo de muerte, eso sí, los investigadores analizaron esos factores de riesgo y al trabajar por evitarlos las muertes disminuyeron hasta un 50 %.
“Esto de colocar a los niños boca arriba para dormir trajo consigo muchas dudas, sobre todo en las abuelitas por aquello de si tiene los llamados “buches” de leche, y se ha demostrado que en dichos casos boca abajo es peor porque el estómago está comprimido por el colchón.
“Otro argumento que apareció fue el uso de los colchones muy blandos, debido a que el bebé queda muy hundido y si está sobre arropado más aún”.
—¿Entonces los estudios concluyeron ahí?
—No. En exámenes necrológicos a nivel molecular en el sistema nervioso central estos niños tenían patrones en común como: la inmadurez del sistema nervioso central y todas las estructuras neurológicas a nivel funcional, sobre todo lo relacionado con la hormona serotonina —comúnmente conocida como la hormona de la felicidad, es una sustancia química producida por el cuerpo humano, que funciona como un neurotransmisor, transmitiendo señales entre los nervios—, pues aparecía un mal funcionamiento de esta a nivel cerebral.
“Los estímulos allí estaban disminuidos, y a esta inmadurez neurológica se le añaden las de tipo respiratorio y cardiovascular, todo esto a nivel molecular y celular. Entre las vulnerabilidades encontraron la anomalía genética y del desarrollo que por sí sola no justifica, pero sí es un factor de riesgo.
“Lo otro es la etapa crítica del desarrollo donde había inmadurez del sistema neurológico, respiratorio e inmunológico, por eso ocurre con mayor frecuencia entre los dos y los cuatro meses de nacidos.
“Por otra parte, otros estudios sacan a la luz las canalopatías, que son alteraciones de los canales por donde salen el sodio, el calcio, el potasio, relacionadas con el músculo cardíaco, con la despolarización de la membrana del músculo que es lo que provoca su contracción. Eso es muy específico a niveles de los iones y provoca que pueda haber arritmias cardíacas, las que pueden llevar a la muerte súbita y no son detectadas macroscópicamente, son incapaces de vislumbrarse mediante la necropsia”.
—¿Tienen relevancia el sexo o la nutrición del niño?
—Lo primero, no. Mas, lo segundo sí, pues aparece más en los bien nutridos, hidratados y muy cuidados.
—¿Aunque hayan sido prematuros?
— Sí, los prematuros tienen más riesgo por la inmadurez a la que nos referimos, pero en el momento que ocurre el suceso súbito están en perfectas condiciones. A veces se ve contenido serosanguinolento por la nariz, si ha sido reanimado se puede ver leche en las vías respiratorias, es lo típico en la reanimación porque puede ser que los padres lleguen y traten de reanimarlo, pero al final cuando se estudia por medio de la necropsia nada de esto constituyó la causa de la muerte.
—¿Se presentan casos frecuentes de este tipo en Cuba?
—No, son muy aislados en nuestro país, pero siempre es bueno que los padres estén al tanto. Hoy a los bebés los tienen muy arropados, la adicción de fumar es más frecuente que en años anteriores y las personas creen que es una matraquilla del personal de la salud.
—Las nuevas tecnologías llevan a que los niños sean “vigilados” por vídeo-monitor, aun cuando duermen solos en una habitación, sobre todo en otras naciones, ¿qué piensa de esto?
—Es muy habitual en los países desarrollados, pero la Academia Americana de Pediatría hizo una campaña para que los pequeñines durmieran en los cuartos de sus padres porque han descubierto que tanto las muertes súbitas como eventos aparentemente letales son menos asiduos si están al alcance de los adultos. Esa debe ser la práctica desde que nace y al menos, hasta los tres meses, aunque en su cuna.
—¿Algunas recomendaciones?
—Los niños deben ser vigilados, la madres entre sus quehaceres tienen que darle vueltas al bebé, si uno pasa mucho tiempo sin verlo no sabe qué está pasando y por el contrario a tiempo puede ser estimulado el sistema respiratorio, por ejemplo, si uno nota alguna alteración.Y no solo por este caso del que hablamos, hay muchos otros eventos susceptibles a ocurrir en la cunita.
“No fumar es una máxima indispensable, ni la mamá ni quienes lo rodean después de nacido, pues el fumador pasivo se afecta igual. La lactancia materna resulta vital, en esa etapa se forma el sistema inmunológico y neurológico y esta alimentación le aporta la defensa necesaria al organismo del bebé.
“Un ejemplo lo encontramos en países tan desarrollados como Noruega, con un índice de lactancia natural muy elevado. Se dice que es el primer país del mundo en el empleo de esta práctica, aun entre las madres que trabajan, que dicho sea de paso se ubica también como puntera en este indicador de mamás trabajadoras y aun así alcanzan más del 80 % en este sentido durante el primer año de vida”.