El tiempo se va volando, decimos mucho en Cuba, y es verdad, lo agitado de la vida hace que nos parezca que los días y los meses pasan más rápido. Este jueves hizo dos años de un hecho que nos ha cambiado la vida, la llegada de la COVID-19 a Camagüey. A partir de allí nada volvió a ser como antes. Ojalá la pandemia ya fuera historia. Quisiera quitarme el nasobuco y andar en la calle como antes de marzo de 2020, pero no lo hago para cuidar a los míos, porque la COVID-19 sigue allí, enfermando y dejando secuelas que todavía están por estudiarse.