En la escuela profesional de arte Luis Casas Romero, la mañana comienza con sonidos que no se parecen a los de otra institución: escalas que se repiten, dedos pequeños buscando precisión sobre el teclado, arcos tanteando la cuerda correcta, pasos de danza midiendo el tiempo con el cuerpo. En medio de este universo, la Matemática tiene un lugar que a simple vista parece discreto, pero que sostiene la creación.