En un país donde la pregunta más frecuente no es a qué te dedicas, sino “¿y tú no te piensas ir?”, el guitarrista catalán Alfred Artigas decidió estar. No porque Cuba sea fácil. No lo es. Ni por exotismo. Ni por nostalgia de otra época. Se quedó porque aquí, a pesar de todo, hay algo que vibra. Y porque él sabe escuchar.