El teatro, en Cuba, suele nacer a contracorriente. Pero cuando logra llegar a escena, lo hace con la fuerza de una necesidad vital. Así se sintió el estreno de Delirio, del colectivo Kaizen Teatro, dirigido por Yoshiaky Méndez. No fue solo la primera función de una obra; fue la fundación simbólica de una apuesta: hacer teatro desde Camagüey, con lo que hay, con quienes están, con lo que se sueña.