CAMAGÜEY.- Dicen que la tierra devuelve siempre lo que a ella entregamos. Bien lo saben Rafael, Edelsa y Yosel, vecinos del consejo popular Edén-Juruquey, de la capital provincial, quienes han convertido con pocos recursos y con mucho empeño patios y lugares yermos en áreas productivas.
Ellos no tienen una formación agrícola, pero sí unas ganas enormes de producir alimentos para sus familias y de ayudar a otros, sentimiento en común con tantos otros camagüeyanos incorporados al Movimiento de Patios y Parcelas del territorio y que ya sembraron su pedacito.
UNA OPCIÓN PARA SACAR PROVECHO A LA TIERRA
El confinamiento que vivió el país este 2020, como consecuencia de la pandemia de COVID-19, sumado al recrudecimiento del bloqueo impuesto por Estados Unidos al Archipiélago, han provocado profundas hendiduras a la economía nacional. Una de las más visibles es la escasez de muchos productos, entre ellos los alimentos, y los elevados precios que han alcanzado.
Ante esta situación el autoabastecimiento alimentario se valora como un asunto estratégico. Muchas personas en esta coyuntura decidieron sembrar y criar animales en sus casas para aliviar las tensiones económicas. Según informó a Adelante Digital, Javier Rodríguez Guerrero, jefe del programa de Agricultura Urbana, Suburbana y Familiar en la delegación provincial del Ministerio de la Agricultura, “Camagüey es una provincia de referencia en el país, tiene alrededor de 61 500 espacios destinados al autoabastecimiento familiar, entre patios y parcelas y el municipio cabecera agrupa el 70 % de los mismos”.
Idael Bencomo Ramírez, director de la UEB Granja Urbana de la capital provincial, precisó que antes de la pandemia tenían reconocidos 8 387 patios y hoy suman más de 17 000 y unas 1 223 parcelas. “Los consejos populares más destacados son Altagracia, Julio Antonio Mella y Jayamá”. Bencomo Ramírez reconoció que a pesar de ser un fenómeno positivo, estos avances resultan insuficientes para la demanda de alimentos en la urbe y quedan muchas reservas por explotar.
“Por eso hoy le pedimos a las autoridades del municipio, principalmente a los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) y a la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) desplegar un trabajo mancomunado para incorporar un mayor número de personas a este importante movimiento productivo”.
CON RAFAEL EN EL CONUCO
Bautizado con el nombre de “autoconsumo familiar El Almendro”, el patio de Rafael Díaz Martínez constituye referencia dentro del consejo popular Edén-Juruquey. El Chino, como lo llaman cariñosamente, joven de espíritu a sus 70 años, asegura que le queda mucho por hacer. En un área de no más de 20 metros cultiva plátanos, mango, guayaba, maracuyá, guanábana, frutabomba, cilantro, habichuela, ajo porro y plantas medicinales, además de criar sus puerquitos criollos y las gallinas.
“Me jubilé hace dos años, antes trabajé durante casi cinco décadas en Etecsa. Ahora las labores en el patio me ocupan el tiempo, me ayudan a mantenerme activo, en forma. Ya habrá tiempo para descansar luego. Lo que cosecho ayuda a la comida de la familia. Cualquiera cree que es poco, pero cuánto nos cuesta hoy una mano de plátano burro o un macito de ajo porro. Nosotros no lo tenemos que comprar y lo que queda lo puedo vender a los vecinos.
“Para abonar el suelo junto las hojas secas y el estiércol de los animales, y se los echo a los canteros. Aquí todo es natural. Tiempo atrás, las plantas de habichuela se estaban poniendo feas por una plaga y les preparé un brebaje. Junté rompesaragüey, anamú y copetúa en un cubo, las maceré y se lo apliqué como control biológico. No sé si los bichos se fueron o se murieron, pero sí resolví y lo utilizo siempre que veo plaga.
“Cuando el Partido y el Gobierno hicieron el llamado a que todo el mundo sembrara me sumé y veo en la práctica el resultado. Por eso exhorto a otros compañeros a trabajar la tierra, porque no hay nada que satisfaga más que ver el fruto de tu trabajo, disfrutar con los tuyos y ver cómo avanza tu conuco, como decía mi viejo”.
UNA MUJER DE ARMAS TOMAR
A Edelsa Cruz Cardoso le gusta darle una segunda oportunidad a las cosas que otros desechan u olvidan. Muestra su patio-jardín como prueba de tal empeño, pues en pocos meses lo transformó de un terreno baldío en una próspera parcela. “Esto estaba perdido en hierba, llevaba más de un año abandonado. Creo que al platanal nunca lo habían guataqueado. Tengo en estos momentos 14 variedades de frutales, verduras, ají, ajo, maíz, boniato, yuca, hasta mis maticas de café y las plantas ornamentales que son mi vida. En los tiempos duros del coronavirus yo no me volví loca por la falta de comida, aquí poseo casi de todo lo que necesito.
“Tengo muchas ideas y ganas de hacer, pero sé que cada una a la vez. Quiero que sea no solo un patio productivo sino un lugar hermoso”, asegura esta mujer de pelo negro y largo y de ojos color retoño, que bien disimula los 48 años vividos.
Edelsa no es citadina, se reconoce orgullosamente montuna. Sus orígenes allá en el central Siboney le educaron desde temprano en el arte de hacer parir la tierra. En casa comparte las labores con el esposo, él se ocupa de la cocina y ella del laboreo agrícola. Habla de todo lo que hace con disfrute, de las donaciones de alimentos junto a otros productores de su consejo popular a los seminternados Víctor Díaz Oroquieta y Luis Manuel de Varona, del cuidado de sus begonias y orquídeas e insiste en la importancia de producir y conservar las semillas de los distintos cultivos para asegurar el mañana.
“Si me invitan a ir a un puerco asado casi seguro no puedo porque siempre tengo mucho que hacer, pero si me dicen: ‘te voy a dar semillas o un gajo de una planta que no tienes’ entonces sí voy, me da lo mismo a Gibara que a La Habana”.
EL RELEVO DE YOSEL
Quien ve el pedacito de tierra que cultiva contigua a su casa Yosel Morales La O con la ayuda de su suegro, no puede imaginar que antes era el basurero del barrio. Con 32 años cumplidos y tres hijos, este muchacho, quien se desempeña como chofer en la entidad de Propaganda del Partido, sintió la necesidad de buscar alternativas para asegurar lo más abundante posible el plato sobre la mesa.
“Siempre me ha gustado sembrar, y hace 6 o 7 meses comencé a limpiar este lugar, busqué tierra vegetal, cercamos y manos a la obra. Ya recogimos boniato y calabaza, para mi casa y para la de otros familiares que viven aquí cerca. La yuca va muy bien al igual que el ají de ensalada y las maticas de plátano. Vamos cosechando y sembrando para no perder tiempo.
“Con esto me ahorro algo de dinero porque todo está muy caro. Aprovecho también el espacio del pasillito de la casa con la cría de conejos y pollos. El que siembra y cría sus animalitos siempre tiene qué comer”, dice convencido Yosel, quien además hace todo lo posible por enseñar a sus dos niñas y al varón el valor del trabajo, la importancia de producir alimento y de trabajar en familia. Sabe este joven que de lo que sea capaz de inculcar a sus hijos depende su relevo.