CAMAGÜEY.- El hospital militar Dr. Octavio de la Concepción y la Pedraja, de esta ciudad, ha cambiado sus dinámicas de trabajo para brindar asistencia a los casos positivos a la COVID-19 de las provincias de Camagüey y Ciego de Ávila. Cuanto sucede en el interior de esta prestigiosa institución mantiene en vilo a quienes habitan la región central del país y a muchos más, porque al buen cubano le late un corazón común y le duelen las heridas de los suyos.

Cumpliendo el riguroso protocolo, un equipo de Adelante Digital llegó hasta un punto seguro del “Militar” para contar la batalla que su gente valiente emprende contra este peligroso coronavirus. Tras un inusual lavado con cloro y solución de alcohol, nuestra cámara captó, al final de un largo pasillo, el panorama del último perímetro permitido: un cuarteto de siluetas verdes comprueban el pase a la Zona Roja, la más peligrosa, sus manos son salvavidas.

Hace nueve días Cidelsy Jiménez Elizalde dejó su hogar para emprender las jornadas más difíciles de su joven carrera como enfermera. La muchacha de 37 años es la encargada de higienizar todo lo que entra a la Zona Roja del hospital y de garantizar que el cuerpo médico cumple con las medidas sanitarias. Durante veinticuatro horas ellos se convierten en el escudo humano del segundo nivel de seguridad, “el filtro que impide al virus pasar a un lado u otro. Las acciones de limpieza y desinfección que aplicamos aquí garantizan que nuestros colegas que están atendiendo a los enfermos se mantengan a salvo y no transporten la COVID-19 al exterior”, comentó. Dos hijos esperando en casa pudieran sembrar la duda en cualquier persona, pero ella tiene la certeza de que “desde aquí los protejo. Desde aquí cuidamos a todos, ese orgullo me hace ser más responsable y resistente. Estoy en el lugar correcto, donde más útil soy”.

En esa planta, a la derecha, se ubican los salones que acogen a los sospechosos; en el segundo nivel radica la sala de cuidados intensivos, y en el tercero, las camas donde atienden a los positivos que no se encuentran en estado grave. Según el Teniente Coronel Taurino Cruz, director del Hospital, “desde que en enero se presentó el plan nacional de prevención y control de la probable epidemia, aceleramos los trabajos constructivos y de reparación que ya se acometían aquí para alistar el área que ahora ocupamos. Actualmente podemos trabajar bajo los protocolos sanitarios establecidos y con el rigor que nos caracteriza como unidad de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Constituimos perímetros de seguridad que permiten la diferenciación de los pacientes en confirmados y sospechosos. A dichas barreras se les suman accesos diferenciados para cada área y facilidades para la llegada de los nuevos casos y el traslado a la terapia intensiva de quienes lo precisen”.

Hasta el viernes, han ingresado 90 pacientes al centro, de ellos 36 han dado positivo al virus (23 de Ciego de Ávila y 13 de Camagüey) y el resto se ha mantenido bajo vigilancia dentro o fuera de la instalación. “En una etapa más complicada, las 87 camas de nuestro hospital se destinarán solamente a atender los casos confirmados. Hemos tenido el reto de atender a nueve menores de edad, quienes requieren mucha sensibilidad en el trato y atención constante a sus familiares. Acogemos esta misión con responsabilidad y orgullo, porque cumplimos con la principal tarea de nuestras Fuerzas Armadas: proteger al pueblo”.

Los recursos humanos, los insumos y los medicamentos que demanda tan compleja situación están garantizados. Al paquete tecnológico que se estaba utilizando se le incorporaron este miércoles los kits de diagnóstico rápido. Con estos test que poseen más de un 90 % de fidelidad, se pueden catalogar más efectivamente los grupos de atención, pues quienes sean descartados pueden pasar a centros de aislamiento, mientras que a los positivos se les practican otras pruebas y se procede al tratamiento temprano.

Desde que la COVID-19 no suponía un peligro mundial y solo China padecía sus consecuencias, la máxima dirección del país comenzó a entrenar al personal sanitario encargado de enfrentarlo. Entre los primeros especialistas que recibieron la preparación estuvo el capitán Yordanis Salinas. “La primera encomienda fue capacitar escalonadamente a todos los que podrían trabajar en este panorama sobre las medidas de prevención y bioseguridad. Vamos ajustando los protocolos por las recomendaciones de la OMS y especialistas de los países más afectados, pero la realidad ha puesto a prueba nuestra capacidad. Hemos tenido madres enfermas con bebés sospechosos, familias con más de un integrante contagiados y pacientes jóvenes cuyo estado se agrava en minutos. Cuando recibimos varios pacientes al mismo tiempo, el equipo vive mucha tensión, mas tomamos siempre las decisiones por consenso para actuar con profesionalidad y precisión”, destacó este tunero-camagüeyano de 33 años, que desde el pasado día 14 está a tiempo completo al frente del servicio de urgencias.

Los pasillos solitarios y los médicos con “exceso” de ropas, guantes y anteojos de protección construyen una escena surrealista en el interior del hospital. En las oficinas, los grados solo se distinguen debajo de las batas blancas, y en los salones las voces de mando se convierten en consejos clínicos y mensajes de aliento y confianza. Nunca mejor formadas estarán las tropas de verde olivo: sus medicamentos penetran la piel como armas de sanar.