Esta mujer pequeña que suma ya 62 primaveras a su álbum y no sobrepasa las 82 libras de peso, se desempeña como chofer de servicios necrológicos en la funeraria de La Caridad. Ni parca ni lúgubre es esta fémina, que si bien no fue la primera, es la única en Cuba que acompaña obituarios.

--¿Cómo llegó a ser chofer de carro fúnebre?

--"Aquí en La Caridad había un carrito que a mí me gustaba, un Fiat chiquitico. Un día le dije a un amigo, --tú ves aquel carro que va allá, ese lo voy a manejar un día--. Él me dijo que yo no estaba loca, que no era capaz de dejar el mostrador para subirme en el auto; entonces yo trabajaba en gastronomía.

"Nada, un buen día me aburrí de ese sector y aproveché que entró a trabajar en la funeraria de la Vigía una persona conocida y le pedí que me buscara un trabajo, aunque fuera para cuidar bicicleta. Como ese puesto estaba ocupado me ofrecieron una plaza de auxiliar de limpieza y acepté, porque ese empleo no es una deshonra.

"Allí fui bicicletera. Después pasé el curso de Jefe de Turno, y me trasladé para La Caridad. Al poco tiempo se vació una plaza de chofer y entonces me dieron aquel carrito que yo quería. Claro, ya tenía licencia de conducción desde los 23 años, y experiencia, porque había trabajado como taxista de 1975 a 1978.

"Estuve ocho años en ese carro haciendo entierros, de las funerarias al cementerio, hasta que entró ese auto chino negro que fui a buscar a La Habana, en el que llevo ya casi 8 años también. Ese sí es para todo, para las recogidas de los fallecidos en los domicilios, traslados para otras provincias y entierros. Es parte de mi responsabilidad manipular los cadáveres y prepararlos si es necesario. Para mí eso es normal. Este es un trabajo como otro cualquiera".

--¿Cómo lidiar durante tantos años con el dolor por pérdidas tan sensibles?

--"La verdad sí agobia un poco porque, como quiera que sea, aunque no sea familia es un ser humano que se va. Pero a todo uno se acostumbra en la vida".

--¿Qué es lo más difícil de ser chofer de un carro necrológico?

--"Lo más difícil es cuando tengo que cargar la caja, que pesa mucho para mí. Los mismos dolientes me dicen -a ver mi vieja quítese que nosotros nos encargamos-".

-- ¿Ha pensado en la jubilación?

"La verdad no, aunque si hay quien quiere que lo haga, porque yo no he perdido ninguna de mis facultades, tengo buena visión y reflejos. Un viejo retirado es como un cacharro".

--¿Qué me dice de su carro?

--"Ese vino directamente para mí, yo lo fui a buscar a La Habana. Me ha salido muy bueno y aquí siempre están pendientes de la reparación y mantenimiento". Me cuenta además que su CSF641 lo comparte con Marciano, el otro chofer con el que alterna los turnos de trabajo de 24 horas.

--¿El hecho de ser mujer nunca le ha provocado contratiempos?

--"A veces me veían y me preguntaban por el chofer, pero ya no pasa porque me conocen en todos lados. Antes de mi hubo una en Ciego de Ávila, pero no la conocí. Nunca se me ha dado el caso de que no quieran hacer el entierro o traslado conmigo por ser mujer, por el contrario, me piden pero eso es cuando me toca.

"De la misma manera no se comportaron los choferes, los que no estaban muy de acuerdo con que yo manejara. Ni crea que todavía hay algunos por ahí que no están muy conformes porque son machistas".

--¿Ha recibido reconocimientos por su desempeño?

--"La Federación de Mujeres Cubanas (FMC) me entregó un diploma hace un tiempo ya. Aquí me dieron la militancia del Partido Comunista de Cuba (PCC) en el año 2002, ¿qué mejor reconocimiento que ese?". -me interroga, piensa y luego rectifica- "me la dieron no, me la gané por ser trabajadora ejemplar, que no es lo mismo.

"Siempre me gustó manejar, disfruto hacerlo y que la gente salga complacida con mi desempeño. A nosotros nos dicen -solavaya, que a mi casa no vaya- o eso de que nuestros clientes son los únicos que no se quejan, pero esas son boberías".

--¿Cómo son las condiciones de trabajo?

--"Son bastante buenas. En el cuarto donde nos quedamos hay condiciones, pero ahora con el problema de la corriente no podemos poner el aire durante todo el día y pasamos un poco de calor".

--¿Cuénteme de su relación con los gatos?

Ella se ríe, da la impresión de que se siente descubierta. "A mí me gustan mucho, tengo dos, uno siamés y uno chiquito que me regalaron el otro día, los llamo Dibu y Tabiño. He llegado a tener hasta cuatro. Ellos son mi compañía.

--¿Qué le hubiera gustado estudiar?

--"Paracaidismo deportivo"

--Usted no cree en imposibles

--"Yo digo no puedo cuando ya he probado, lo he intentado varias veces. Hay que probarse uno mismo para saber hasta dónde se puede llegar".

Élida es una excelente conversadora y muy ocurrente también. Al despedirnos después de una cortés taza de café, nos ofrece: "Ya saben, cuando quieran les doy un paseíto, fíjense que yo los doy gratis".

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