CAMAGÜEY.- Con solo 15 años, José Calderín Pedrero llegó al mu-nicipio de Guane, en Pinar del Río, para cumplir una etapa de prueba y ganarse el derecho a “enseñar”. En aquellos momentos era requisito para optar por la carrera pasar tres meses dedicado a trabajos productivos y él cumplió. Al ser uno de los aprobados se trasladó a Minas de Frío, en la Sierra Maestra, por espacio de un año.

“Esa fue una etapa difícil. Prácticamente nosotros mismos construimos las aulas y ayudamos en la preparación de los dormitorios. Nos chocó bastante el mal tiempo del lugar, pues la frialdad era constante; sin embargo, la pasión era mayor. Cuando terminamos pasamos dos años en Topes de Collantes y culminamos en el Instituto Superior Pedagógico Antón Makárenko, en La Habana”.

Su vida laboral la inició en Nuevitas y cuando cumplió 18 años pasó a formar parte del claustro de profesores de la entonces Escuela Vocacional Máximo Gómez, donde se mantuvo por 19 cursos.

“Allí me hice un hombre y un docente de experiencia. Siempre traté que mis alumnos aprendieran de Español, de valores éticos y de sentimientos revolucionarios. Cada vez que iba a un turno de clases estudiaba mucho. Se enseña también desde el respeto. Sería poco profesional pararme delante de los jóvenes sin prepararme bien, a eso no me enseñaron aquellos primeros guías que tuve”.

En la Vocacional se encargó durante largo tiempo de los alumnos que concursaban en la asignatura de Español. Su dedicación hizo posible que la mayoría de sus muchachos resultaran ganadores a nivel nacional y otros lo vieran como faro y compartieran con él el amor por el magisterio.

“Oficialmente terminé mi vida laboral en el 2018 y ante la necesidad de maestros que existía en la provincia me reincorporé a la Escuela Pedagógica Nicolás Guillén. Considero un orgullo culminar mi obra formando a otros que como yo ‘sembramos’ saberes”.

Hoy es el encargado de un grupo de Educación Plástica con 17 estudiantes en la unidad 3, un reto, cuenta, muy grande. Dicen los alumnos que admirar a Calderín les resulta fácil porque es humano por encima de todo, cree en la valía de cada uno y dedica los días a cultivarla.

“Quién se iba a imaginar que rechazar la carrera de Mar y Pesca cuando niño me daría tantos buenos ratos. Contar con el amor de los jóvenes es la prueba más clara de que tomé la decisión correcta”.