CAMAGÜEY.- A La China la recuerdo organizando a los pioneros para custodiar las urnas los días de elección. La víspera de visita en las casas, creando compromisos, puntualizando horarios; el día de las votaciones pendiente de las meriendas, exigiendo por la disciplina, corriendo para buscar al que faltaba. Ya La China no puede andar en eso trajines; 79 años no pasan por gusto.

Yo sabía que ella cumplía ese encargo por la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) porque era parte del ejecutivo de la delegación Tania la Guerrillera, y qué sorpresa llevé cuando me contó que, además, había dedicado 11 años y medio de su vida laboral en ese frente a instancias de la provincia.

Allí se desempeñó como secretaria de Finanzas. Cursó la escuela nacional y a su regreso se incorporó en la secretaría de Producción: “Este frente era más bonito porque se trataba de movilizar a las mujeres, de impulsarlas al trabajo”, acota. Luego asumió la dirección de la región de Vertientes, y más tarde de Amancio-Santa Cruz. Fue ideológica en el municipio cabecera y, por último, atendió la zona de Triángulo.

Sobre aquella época, Yolanda Ley Herrera rememora: “No había día ni hora libre. Nos pasábamos tres y cuatro días fuera de casa, y en ocasiones ni comíamos. Visitábamos las regiones, y cuando aquello Ciego de Ávila pertenecía a Camagüey. Llegábamos hasta las delegaciones porque la base es lo más importante, enseñábamos cómo hacer mejor el trabajo, lo chequeábamos, revisábamos las finanzas, y cuando creíamos que las muchachas, generalmente muy jóvenes, estaban preparadas, nos íbamos.

“Había mucho entusiasmo, responsabilidad, siempre se cumplían las tareas. Nos agrupábamos en batallones y nos movilizábamos en trabajos voluntarios permanentes, sin ganar un quilo. Salían camiones y camiones de mujeres para la producción”.

—¿Cómo recuerdas a Vilma Espín?

— Vi a Vilma de cerca en el I Congreso de la Federación, donde representaba el frente de Producción. Allí transmitimos las quejas que nos habían llegado y se debatió muy fuerte por qué la FMC no tenía fondos y tenía que andar mendigando. Entonces recuerdo que ella nos dijo: “Yo le dije a Fidel que la Federación se iba a autofinanciar”, y así ha sido hasta hoy.

— ¿Cuáles eran las principales demandas de las mujeres en esa época?

——Además de los problemas específicos de cada sector, se quejaban de que en muchos lugares no las aceptaban argumentando que no rendían igual y que eran débiles. La realidad ha demostrado todo lo contrario.

ENNA, POR SIEMPRE ORGANIZADORA

En el mismo edificio de La China vive Enna Margarita Nápoles Alfonso, madre de seis hijos. Laboraba en la casa, fuera de esta, y dedicaba tiempo al trabajo de la FMC. “Me compartía en pedacitos. Venía del trabajo y hacía las cosas del hogar —las hijas mayores siempre me ayudaban un poquito, pero no es como una—, traía papeles del círculo y me daban las dos y las tres de la madrugada estudiándolos. Ya a las cinco estaba levantada, dejaba el desayuno de los muchachos preparado, y así, organizando todo para continuar”.

Después de tres años casi sin salir de su hogar por problemas de salud y de delegar responsabilidades, todavía conserva documentos de cuando fungía como secretaria organizadora de la delegación.

“Soy federada desde el año 1962. Donde vivía asumí como secretaria organizadora. Vendía revistas Mujeres, hacíamos dulces para las actividades, intercambios de regalos… Cuando me mudé para aquí también asumí la organización y recogía la cotización, realizábamos muchas actividades. Tenía 42 compañeras. Todas participaban.

—Era una época de mayor accionar...

—Sí. Íbamos a trabajos voluntarios, preparaciones combativas, la Federación era muy activa. Sé que están vivos los pensamientos de Vilma Espín, que hay mucha juventud, y buena, pero siento que ya no es como antes, se dan pocas reuniones, actividades. Nadie quiere asumir la dirección de la delegación cuando hay muchas mujeres capaces de hacerlo.

¿Qué le dice a la juventud que hoy la integra?

—Hay que seguir adelante, no se detengan. Esto es nuestro y hay que luchar por conservarlo.

“Los viejos somos las raíces de la juventud y tenemos que enseñarles por lo que hemos pasado, que no se puede olvidar por unos quilos. Sin el dinero no se pueden resolver muchos problemas, pero hay cosas mucho más importantes.

“Digo a las federadas lo mismo que aconsejo a mis hijos y nietos: que les enseñen a sus hijos a echar pa’ lante, que no se pueden detener, que los ideales y pensamientos de los que hicieron la Revolución están vivos”.

¿Qué importancia le atribuye al surgimiento de la FMC?

—Nos enseñó a disfrutar una libertad que no teníamos las mujeres, o que no conocíamos, pues nuestro mundo era la casa, la atención al marido y a los hijos.

“Ya no, ahora tú trabajas y gozas de los mismos derechos que el hombre, los que te corresponden, y no como en otros países, donde las mujeres hasta tienen un salario más bajo.

“Aquí se cuenta con la mujer para todo, se situó donde iba, como pilar de la Revolución”.