CAMAGÜEY.- En los últimos días no le ha ido muy bien al presidente norteamericano Donald Trump si tenemos en cuenta las tribulaciones que ha padecido debido a los continuos fracasos cosechados.
La derrota de sus planes agresivos contra Venezuela usando como pretexto la manida “ayuda humanitaria”, donde ninguna de las matrices que generaran el apoyo internacional e interno de la mayoría chavista y de las fuerzas armadas bolivarianas le funcionó, constituyó uno de los principales reveses de las pasadas semanas.
De nada le valieron las convocatorias al Consejo de Seguridad para “legalizar” el uso de la violencia para derrocar al presidente Nicolás Maduro, porque si es cierto que su primera resolución no fue aprobada y si en la segunda tuvo la aprobación de la mayoría, Rusia y China ejercieron su derecho al veto, por lo cual quedó descalificada.
Desde luego que sus intentos intervencionistas no han cesado ni cesarán porque los preparativos continúan para apoderarse de la riqueza del pueblo venezolano, usando como punta de lanza al gobierno colombiano y la descalificada figura de Juan Guaidó, porque ya ni en el Grupo de Lima, el cual creó para manipularlo a su antojo, logró consenso para utilizar la fuerza contra la patria de Chávez.
Por otra parte, al abogado personal Michael Cohen, que lo acompañó en todas sus fechorías, el Comité de Supervisiones de la Cámara de Representantes del Congreso de los Estados Unidos, casi tuvo que mandarlo a callar por el extenso listado de acusaciones que lanzó contra su antiguo jefe.
Cohen presentó evidencias documentales que lo autorizaban a llamar a Donald Trump como un personaje racista, estafador y tramposo y lo acusó de estar al tanto de los correos electrónicos del Comité Nacional Demócrata que Roger Stone entregó a Wikilealks para desacreditar a la candidata presidencial Hillary Clinton. En la Cámara de Representantes, de mayoría demócrata, continúan las audiencias cuyas conclusiones serán seguramente adversas a Donald a la que se le añadió la investigación del Comité Judicial de ese órgano legislativo el cual constatará la denuncia de sus negocios sucios con la inmobiliaria que posee y sus evasiones fiscales.
Dice la prensa que con “malas caras” terminó la segunda Cumbre entre Estados Unidos y la República Popular Democrática de Corea cebrada en Hanoi, Vietnam, en la cual no se llegó ha acuerdos debido a la posición prepotente de Donald Trump quien intentó obligar a Kin Son Un a una desnuclearización total y verificable del país mientras Pyonyang pidió garantías y la disminución de las sanciones que tiene prácticamente paralizado su comercio exterior a lo cual el Presidente norteamericano no accedió. Es decir, que lejos de los “puntos” que pensó anotarse en esta Cumbre, como parte de sus aspiraciones reeleccionistas en el 2020, debe restarlos.
Otra de las tribulaciones de estos días es la resolución aprobada por los demócratas en la Cámara de Representantes mediante la cual se opone a la declaración de Emergencia Nacional que Trump se propone decretar para bajo esas circunstancias utilizar las facultades que le otorga la Constitución y aprobar los recursos monetarios para la construcción del controvertido muro en la frontera con México.
Y como si todo ello fuera poco, los cubanos acabamos de darle un “puntillazo” con el exitoso referendo constitucional de este 24 de febrero en el cual, pese a las campañas desacreditadoras y las impugnaciones de legalidad de sus más altos funcionarios y los personeros que lo secundan, salieron a votar casi ocho millones de compatriotas y el 86,85 de los que ejercieron el sufragio lo hicieron con un contundente SÍ para ratificar nuestra Carta Magna.
Así de adversos han sido los últimos días para el Presidente que sigue acumulando razones para que se le aplique un impeachment (juicio político) que muchos consideran que necesita, pero poco probable mientras domine el Senado la banca republicana.