CAMAGÜEY.- Lo que pudiera ocurrir este sábado 23 de febrero en la frontera colombo-venezolana es casi imposible predecirlo con acierto, pero lo que sí está a la vista de todos es que el escenario, de un lado y otro de ambos países está montado para desencadenar un conflicto de impredecibles consecuencias si el Gobierno norteamericano lleva adelante sus planes intervencionistas contra la Revolución Bolivariana bajo el manto de una supuesta “ayuda humanitaria”.

De las opciones puestas sobre la mesa imperialista para derrocar al presidente Nicolás Maduro Moros, todo parece indicar que solo le queda la agresión militar, porque al igual que se le venció el plazo del pasado 23 de enero para imponer a Juan Guaidó como mandatario interino de los venezolanos, esta fecha igual de febrero llega a su término con un Gobierno chavista que ha resistido todas las embestidas y cuyo poder cívico-militar se mantiene intacto.

Cúcuta, la empobrecida ciudad colombiana fronteriza, de la que nadie se ocupó de llevarle ayuda humanitaria, y de la que seguramente muchos no sabían que existía, concita ahora la mirada de una buena parte del mundo por el show, no solo artístico, sino más que nada intervencionista, que el presidente Donald Trump y los halcones que lo rodean en la Casa Blanca han montado para justificar una acción militar contra el pueblo venezolano.

Es evidente que al cerco amenazante de medios militares en zonas fronterizas y la movilización de portaviones a zonas cercanas al Caribe se le suman no solo las presiones internacionales, muchas de ellas brutales contra algunos países, para conformar una matriz de opinión adversa al presidente Maduro, sino que han aparecido acciones de terrorismo de Estado como la realizada contra la embajada venezolana en Costa Rica, con la anuencia de las autoridades ticas y el sabotaje a una estación de bombeo de PDVSA para impedir la exportación del petróleo, que es la principal fuente de ingresos de divisas en el país.

El show de Cúcuta tendrá este viernes el llamado concierto “Ayuda Libertad”, bufogunesco uso de la popularidad de un grupo de artistas latinoamericanos y de otras latitudes, como Ricardo Montaner, José Luis Rodríguez, Alejandro Sanz, Juan Luis Guerra y otros, que se han prestado vergonzosamente a formar parte de los planes agresivos y de guerra sicológica del imperialismo contra el pueblo venezolano, al que se le añadirá la presencia de los incondicionales presidentes de Colombia y Chile. Por su parte, los artistas patrióticos han organizado en la parte venezolana conciertos durante el fin de semana que defenderán la soberanía y la integridad territorial de la patria chavista.

A la tensión en las zonas fronterizas con Colombia y Brasil (esta última cerrada definitivamente) se le ha añadido ahora el cierre territorial, marítimo y aéreo con las islas Curazao, Donaire y Aruba, que también se han prestado a presionar con la entrada de la “ayuda” al país.

Por lo pronto, se abre un compás de espera si se toma en serio el plazo dado por Guaidó para forzar la entrada de la descalificada “ayuda humanitaria” como tal por los organismos rectores  de la actividad, como la Cruz Roja Internacional, por el puente fronterizo de Cúcuta, por el cual transitan diariamente más de 15 colombianos a buscar recursos de todo tipo a Venezuela, y cuya violación territorial el Gobierno de Maduro rechaza e impedirá resueltamente que se produzca.

Tal decisión está garantizada por la cohesión existente entre las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas (FANB), el Gobierno y el pueblo bolivariano,  quienes han demostrado la decisión irrevocable de la defensa de la paz y la integridad territorial del país contra el invasor que trate de hollar el suelo patrio de Bolívar, Chávez, Maduro, a costa incluso de sus propias vidas.

Por su parte el Gobierno de Cuba, al rechazar las agresivas declaraciones del presidente Trump contra Venezuela ha reiterado la inquebrantable solidaridad con ese hermano pueblo, al tiempo que alerta que en la Patria de Chávez se decide la soberanía y la dignidad de los pueblos de América Latina y el Caribe, de los pueblos del sur y también la supervivencia del derecho internacional y la Carta de las Naciones Unidas.