Juan Gualberto Gómez Ferrer nació el 12 de julio de 1854 en el ingenio Vellocino de Oro, ubicado en una zona que los habitantes del lugar llamaban Sabanilla del Encomendador, en la provincia de Matanzas. Sus padres, que eran esclavos africanos, convinieron la compra de vientre para que el hijo naciera en condiciones de libertad.
Viajó a Francia para aprender un oficio y percibió, desde la capital de aquel país, los efectos de la Comuna. Con los estudios interrumpidos, pero con facilidades para escribir, pudo sin embargo acceder a una plaza de reportero en una revista parisina, comenzando así un entrenamiento que cuajó en el magnífico profesional de la prensa que logró ser.
Definido como periodista, pero conocedor también de las labores de editor y director se dedicó, desde las páginas de los diarios donde trabajó en Cuba, Francia e incluso España, donde vivió una etapa de su vida como exiliado, a la defensa de los derechos de sus discriminados hermanos negros y mulatos, a la instrucción y a la educación que le abría el camino de las libertades.
En periódicos como La Igualdad y La Fraternidad, dos publicaciones que por sus títulos hacían referencias al grito de los republicanos galos combatientes de gobiernos opresores, vieron la luz muchos de sus artículos en contra de la segregación y a favor del respeto de los excluidos y denigrados por el color de su piel.
Convertido en vocero y defensor de negros y mulatos hizo públicas muchas denuncias de atropellos que sus lectores le hicieron llegar. El cintillo que jerarquizaba los objetivos de La Fraternidad, resultaba toda una declaración de principios. En el mismo se podía leer el siguiente epigrama:
Periódico político independiente, consagrado a la defensa de los intereses generales de la raza de color.
Además de en los anteriores rotativos mencionados, la obra informativa y de denuncia de Juan Gualberto Gómez en diarios como La Tribuna, El Abolicionista y El Pueblo tuvo gran alcance y repercusión, y motivó el surgimiento de reporteros que siguieron su estilo multiplicando la existencia de periódicos similares en otras provincias a lo largo de la isla.
Amigo de José Martí desde la década de los años 70, — se conocieron en el bufete de Nicolás Azcárate y afianzaron lazos amistosos al calor de las reuniones conspirativas en el despacho de Miguel Viondi, en La Habana—, Juan Gualberto Gómez fue patriota de grandes virtudes. Cuando la Guerra Chiquita en 1879 se avivó en los campos de Cuba, se vinculó con los independentistas.
En 1892 los emigrados cubanos en Estados Unidos se unieron en torno al Partido Revolucionario Cubano, fundado por Martí. Fue entonces que el Delegado le confió a su amigo el periodista Juan Gualberto Gómez la preparación de la Guerra Necesaria en la ínsula. A sus manos llegó la orden del Héroe Nacional autorizando el alzamiento del 24 de febrero de 1895.
En 1898 fue nombrado vocal de la Asamblea de Representante y en 1900 resultó electo delegado a la Asamblea Constituyente por la provincia de Oriente. Desde esa tribuna política hizo constar su oposición a las disposiciones injerencistas norteamericanas recogidas en la humillante Enmienda Platt.
Consecuente con el legado patriótico del autor de los Versos Sencillos, y avistando como él el peligro imperialista, se mantuvo íntegro en su desempeño como senador. Su espíritu rebelde lo llevó a luchar contra los seguidores anexionistas y contra aquellos que se identificaban con ideologías afines.
Orador de sobria personalidad y polemista incansable, siempre se mantuvo activo en defensa de los derechos de los negros con la palabra y con la acción. No fue partidario de la creación de un partido político exclusivo para ellos, pues encontraba más razones en la igualdad de todos los hombres, y no en las diferencias que intentaban dividirlos.
Cuando al final de su vida le fue concedida la Gran Cruz Carlos Manuel de Céspedes, la más alta distinción republicana, dicen que expresó su desagrado al recibirla de manos de Gerardo Machado, un presidente cuyo gobierno provocaba, por entreguista y deshonesto, la vergüenza de todos los cubanos con decoro.
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