Camagüey.- Cuando a las 4 y 20 el timbre anuncia el fin del último turno de la tarde y desciende el tropel de pañoletas rojas y azules por las dos escaleras de la "Anexa", hay niños que comienzan una tercera sesión: la de música con el profesor Dayron Membribes Cabrera.
Todos los peques de la Enrique José Varona le dicen el profe Dayron, y lo pronuncian con un respeto tal que uno termina dibujándoselo en la imaginación como alguien más grande o más viejo, y no como el muchacho bajito de veintitantos que hace apenas cuatro julios se graduó de Instructor de Arte.
Fue en 2010 que llegó a la escuelita primaria, y confiesa que lo hizo a regañadientes. "Yo no entré a Instructores engañado, tenía como muchos el sueño de desarrollar mi carrera de músico pero sabía que la misión con que me graduaban era la de ir a instituciones o comunidades a descubrir talentos y desarrollarlos. El problema es que no tenía ni la más mínima experiencia en el trabajo con niños; las prácticas pre-profesionales las había hecho siempre en mi mismo centro educacional y pensaba que me dejarían allí dando clases; así que fue un gran choque ese septiembre, cuando vi que me ubicaron en la primaria de la esquina".
Otro se hubiera achantado a rumiar su frustración; pero él decidió echar la suerte donde le había tocado y comenzó a probar voces y oídos de 3ro a 6to grado, con el ánimo de crear un coro. De aquella captación inicial sacó a unos treinta pequeños y la idea de un nombre: Estrellitas del Futuro. Luego vendría el conquistar a los padres para que dejaran a sus hijos cada lunes, miércoles y viernes, entrenando hasta las cinco y media; el cargar con los vejigos para todas partes donde hubiese posibilidad de presentarse y chocar con público; y lo de lograr con paciencia y rigor que los diminutos "coristas" se lo tomaran tan en serio como él, hicieran en casa junto a la de Matemáticas la tarea de guitarra y el ejercicio de canto, o se levantaran temprano un domingo para ir a animar con su voz un acto.
"Lo que empezó siendo un coro, fue creciendo y se convirtió en un proyecto. Comencé a incorporar solistas, percusión menor (güiro, maracas, bongó) y finalmente he desarrollado hasta un conjunto de guitarras con nueve intérpretes. También me aseguré de llevar a la par dos elencos, uno con los más chiquitos, de 3ro y 4to grado, que se preparan como relevo, y el principal, con los de 5to y 6to. Ya por último hemos sumado música original a nuestro repertorio, con dos compositores de Nuevitas, los esposos Viena Capote y Frank Hernández".
De entre los más grandecitos de la tropa, una de las tres Danielas (la Varona Rodríguez), confiesa que muchas veces hace sus tareas en el aula, cuando dan algún tiempito libre, para adelantar camino y no enredarse a la hora que llega a casa luego de los ensayos. Su mamá, Dairleris, es de las tantas madres-madrinas que tiene Estrellitas..., y me cuenta cómo se turnan para acompañarlos a sus presentaciones: "si va una, es como si fueran todas, porque no hay el aquel de "este es mi niño", sino que esa vela por todos como si los hubiera parido. Imagínate, luego de tres años con Dayron y viendo todo lo bueno que ha logrado con los muchachos, ya nos sentimos una familia, con el deber de ayudar en lo que haga falta. No lo veo como un sacrificio, sino como la oportunidad de acompañar a mi nena en la realización de un sueño, en eso de sentirse una gran artista".
¿Y quién dice que no lo sean? Muy al contrario de los protagonistas de la serie norteamericana The Glee, los chicos del coro de la José Varona son los más populares de toda la escuela. Por generalidad, ellos mismos suelen ser de los estudiantes más destacados de sus aulas y les rodea además ese halo de estrellato que circunda en las edades tempranas al que se para con frecuencia en los matutinos, o sale del centro a representar al colectivo en actividades culturales y recreativas.
La experiencia los marca de tal forma que algunos, como Daniela Avilés Aguilera, siguen regresando a cantar en su antigua escuela a pesar de haber pasado a secundaria. Con su uniforme amarillo y sus más asignaturas y sus muchos trabajos prácticos; "Daniela la grande" no se aparta de su profe ni de la música porque "para mí no es una carga, al contrario, lo tomo como un método de relajación; cantar me inspira, me motiva, me pone contenta. Cuando tengo preocupaciones o problemas, la música lo alivia todo".
Quizá sea lo que nos alumbra Odalys Peña Rodríguez, la actual directora de la "Anexa": "algunos padres a veces se preocupan cuando sus hijos dedican tiempo y esfuerzos a actividades que se consideran extra-curriculares; pero hay que partir de que el arte también es una manera de formar al niño y que educar no es solo sembrar contenidos sino desarrollar la ética, la estética del ser humano, sus valores. Cuando nosotros vemos lo que Dayron ha logrado con estos chiquillos, la responsabilidad que les inculca, el sentido tan arraigado de compañerismo, de compartirlo todo y ayudarse, su sacrificio y defensa de la vocación, y la interacción que ha generado el proyecto hacia afuera del centro, realmente sentimos mucho orgullo. Esa vinculación familia-comunidad-escuela, es precisamente lo que se quiere hoy en Cuba".
Ahora, si alguien le dice al profe de música de llevárselo a otros proyectos en solitario, el jura que responde un no seguro. "Trabajar con niños ha sido algo único, sorprendente. Verlos pararse allí y sentirte orgulloso de que eso que se escucha tan bien es el resultado de tu trabajo... eso es incomparable".
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