CAMAGÜEY.-Desde el 1991, el matrimonio entre Ignacio Agramonte Loynaz y Amalia Simoni Argilagos se ha instituido como un reflejo del amor verdadero para estos tiempos. Aquellas nupcias quedaron perpetuadas el primero de agosto de 1868, pero 155 años después, Ramón Alberto Cid Sosa y Kenia Fernández Justi, reeditaron la alianza eterna y simbólica de esos patriotas, paradigmas de la sociedad del Camagüey.
La ceremonia comenzó en el céntrico Parque Agramonte, donde los enamorados posaron delante de la escultura de ese héroe, quien representa la libertad, la abnegación y las mejores tradiciones de su pueblo. Risueña la novia, algo tenso, el novio. Las circunstancias ponen los nervios a flor de piel. Por aquí dicen “observa a la cámara”, por allá “ríete un poco más”. Se relajan, de pies a cabeza, cuando sus miradas se encuentran, cuando se toman de las manos.
Ramón Alberto siente como suyo el espacio que le rodea: el monumento a El Mayor, cada metro del suelo de granito que pisa, las cuatro palmas, la bandera que se eleva hasta el cielo… lo identifica como un segundo hogar porque allí, hace ocho años, llega vestido de mambí y labora como uno de los bayardos encargados de apoyar las galas y actos celebrados en ese sitio.
Según comenta, cada vez que se enfunda el traje de insurrecto y corona su cabeza con el sombrero de guano, lo embarga “una felicidad antigua, una grandeza que solo la provoca el estar próximo a Ignacio”. Así, abrazados a la historia, Ramón Alberto y Kenia entran a la casa natal de el Diamante con Alma de Beso, e inmortalizan en imágenes, gestos y palabras, la misma ternura y el cariño que aún en la manigua, Agramonte le dedicara a su idolatrada, como tantas ocasiones la llamó en sus cartas.
La ceremonia, continuó hasta la Plaza de la Revolución Mayor General Ignacio Agramonte Loynaz, sitio que presenció el “sí” de los novios, ante una notaria, para sellar los lazos espirituales que los unirán de por vida. Luego de colocar una ofrenda floral ante la escultura del notable líder de Camagüey, protagonista de hazañas como el Rescate de Sanguily, la pareja fue homenajeada en el Salón de Protocolo Nicolás Guillén Batista.
Entre una ola de felicitaciones y buenos augurios, Kenia expresa la alegría a través de cada frase. Se lee en sus ojos el entusiasmo y la seguridad de que el futuro será luminoso junto a su media naranja. “Nos sentimos muy alegres, y sorprendidos a la vez, al enterarnos de que nos habían escogido entre 14 parejas para representar esta boda, muy alegórica para los camagüeyanos, y en especial para los que se aman con sinceridad”, refiere ella, quien realiza el noble trabajo de enfermera intensivista en el Hospital Pediátrico Provincial Eduardo Agramonte Piña.
Al compás de El Mayor, interpretado por el violinista Magdiel Rodríguez Otaño, fueron culminando las simbólicas nupcias. Mas, para nada son los estertores finales de este proyecto, impulsado por el Museo Quinta Simoni. El próximo año se recordará una vez más la fidelidad y la pasión de dos cubanos, de dos patriotas, referentes de un amor sublime, a su cónyuge y a la Patria, para las jóvenes generaciones de cubanos.