CAMAGÛEY.- Aquellas niñas y niños con boinas y pañoletas, sorprendidos por la inesperada presencia de Fidel en el Palacio Provincial de Pioneros Camilo Cienfuegos, el 17 de diciembre de 1974, hoy son mujeres y hombres.
En la foto que deja constancia del recorrido, el segundo a la derecha de Fidel, es el General de Brigada Roberto Valdés, delegado por entonces del Minint aquí, a quien el Comandante confió la misión de transformarse en un celoso vigilante por la marcha de las inversiones, una de ellas el parque de diversiones Camilo Cienfuegos, conocido como parque Japonés y el Palacio de Pioneros.
La muestra de confianza del Líder cubano lo enorgulleció pero a la vez lo llenó de preocupación. Así lo reflejó en un papelito donde le escribió: “Comandante, yo nunca he visto un ladrillo de cerca; no conozco nada de construcciones”.
La nota llegó a mano de Fidel, la leyó y continuó la reunión sin decir palabra. Y el recién designado para la nueva misión quedó un poco extrañado por la falta de comentarios. No habían transcurridos diez minutos y Fidel se dirigió nuevamente a él: “Robertico, no te preocupes, que yo sé que donde tú te metes, los problemas se resuelven”. Y lo demostró durante seis años en que asumió con entereza la responsabilidad para bien de la sociedad y de los niños.
Al decir de Fidel:
“El círculo provincial de pioneros de Camagüey constituye una gran creación revolucionaria de esta provincia, digna de imitar en el resto del país. Nos ha producido una extraordinaria impresión. Aquí se demuestra que con poco se puede hacer mucho. El visitante sólo puede lamentarse de no haber conocido una institución como esta en su niñez”.
Cada 4 de abril se vive bajo la inspiración de dos figuras: José Martí y Fidel Castro quienes enlazados en la historia se esforzaron en sus vidas para que se cumplan sus postulados.
En una fecha como la del 24 de febrero de 1960 en que se hacía entrega de la fortaleza militar al Ministerio de Educación Fidel dijo “y en eso es en lo que más debemos pensar: en los niños de hoy, que son el pueblo de mañana. Hay que cuidarlos y velar por ellos como los pilares con que se funda una obra verdaderamente hermosa y verdaderamente útil”.
Por primera vez el Día de los Niños se celebró el 6 de julio de 1973, aunque luego se decidió que fuera el tercer domingo del séptimo mes del año, previa consulta con los niños. Mientras la vida se lo permitió, Fidel siempre encontró un espacio para esos que, como dijo Martí, son los que saben querer.