CAMAGÜEY.- Hace 54 años de la caída en combate en la guerrilla boliviana del Che, del revolucionario Jesús Suárez Gayol, la primera sangre cubana derramada y el único de los restos que no ha aparecido, a pesar de los esfuerzos para rescatarlo.
Uno de sus condiscípulos en el Instituto de Segunda Enseñanza de Camagüey, Eduardo Rivero Pozas, Eddy para sus compañeros, con 86 años cumplidos y aún activo laboralmente, atesora en su mente muchísimas anécdotas de aquel intrépido joven.
Dentro de ellas relata la del 28 de enero de 1956 en que los estudiantes se dispusieron a conmemorar el natalicio de José Martí, en la antigua plaza de San Francisco (hoy parque que lleva el nombre del Héroe Nacional), donde por entonces aguardaban los esbirros de Batista.
Gayol, encaramado en los hombros de Noel Sánchez Ávila, recientemente fallecido en la capital cubana y de la pléyade de jóvenes que aquí desafiaban la dictadura, arengó a proseguir la lucha ante la mirada atónita de los sicarios, quienes se ensañaron con los manifestaciones, golpearon a Gayol e hirieron a Álvaro Morell Álvarez, otro de los líderes de esa generación de luchadores.
En la conversación trajo a colación que Elpidio Lezcano Ágreda, quien se hallaba también en el grupo portaba una tela enrollada con el texto: “La libertad es la esencia de la vida”, una verdad que se impone para todo ser humano.
A Macho León, otro amigo, Suárez Gayol escribió el 6 de diciembre de 1957, un mensaje en el contexto de una carta remitida a Álvaro Morell, lo que habla de su madurez política: “La primera condición del revolucionario es ser hombre, tú lo eres de sobra y amigo de verdad. Para ti, como para todo el que quiera ver libre su Patria y no abrace mezquinas ambiciones, esto está abierto de par en par...”.