CAMAGÜEY.- Leonel Margenat Guerrero, quien perdió la vista hace 30 años, recorre con sus manos una maqueta en Braille del centro histórico de Camagüey. Para él, el tacto es su manera de ver. Gracias a esta iniciativa, quienes no pueden depender de sus ojos ahora pueden conocer parte de su ciudad con las manos.
En una ciudad sumida en apagones de hasta 22 horas diarias, la oscuridad se ha convertido en una experiencia común para los videntes. Sin embargo, para las personas ciegas, la oscuridad no es un obstáculo insalvable, sino una condición con la que aprenden a interactuar con el mundo.
Recientemente, Camagüey ha dado un paso hacia la inclusión con la instalación de maquetas con datos en sistema Braille. Son réplicas de la Casa Natal del Mayor Ignacio Agramonte y el Teatro Principal. Para evaluar la iniciativa, un equipo de Adelante acompañó a Leonel, presidente del Consejo Provincial de la Asociación Nacional del Ciego (ANCI), que aglutina a 1697 personas.
“La idea es buena, correcta, y favorece la inclusión de las personas con discapacidad visual en la sociedad. Gracias al sistema de lectoescritura Braille podemos conocer los aspectos más importantes del edificio, su historia y sus usos a lo largo del tiempo”, expresó. Sin embargo, hizo una observación técnica: “El relieve de los puntos está un poco sobredimensionado. El Braille está diseñado para ser leído con la yema de los dedos, y al ser demasiado grande, tiende a confundir. Pero, en general, se puede leer con un poco más de atención”.
REDEFINIENDO EL PATRIMONIO
No obstante, Camagüey está redefiniendo el concepto de patrimonio: no solo como legado arquitectónico, sino como un espacio de encuentro donde nadie quede excluido. Que no se limiten a imaginar los edificios, sino que puedan recorrer la ciudad con una comprensión más profunda de su estructura.
Para los videntes, la forma de un objeto se asocia automáticamente a lo que se ve. Para las personas ciegas de nacimiento, la percepción es completamente distinta. En el caso de Leonel, quien perdió la vista debido a un glaucoma, su experiencia es híbrida: “Yo conocí la Casa Natal antes de perder la visión, así que al tocar la maqueta voy comparando lo que recuerdo con lo que siento ahora. Me doy cuenta de que es un reflejo correcto de la estructura”.
El sentido del tacto para ellos se convierte en una vía fundamental para construir imágenes mentales. Sin embargo, el Braille y otras adaptaciones siguen siendo escasas en la vida cotidiana.
EL CAMINO HACIA LA EQUIDAD
A nivel global, la inclusión laboral de las personas con discapacidad visual sigue siendo un desafío. En Europa, más del 75% de este grupo está desempleado, mientras que en América Latina la cifra alcanza el 72,9%, con muchos enfrentando barreras de acceso y prejuicios en el ámbito laboral. Sin embargo, iniciativas como la empresa Ilunion en España, que emplea a 17.000 personas con discapacidad, o los programas de mentoría en Europa, donde trabajadores ciegos guían a quienes buscan empleo, muestran que la inclusión es posible cuando se adoptan políticas adecuadas.
Sin embargo, persisten obstáculos como la falta de adaptaciones en el entorno laboral y el desconocimiento por parte de empleadores. En muchos casos, ajustes simples, como tecnología accesible y señalización en Braille, podrían marcar la diferencia. Más allá de la buena voluntad, garantizar oportunidades reales de empleo es una cuestión de derechos y equidad.
ACCESIBILIDAD Y EMPLEO INCLUSIVO
La iniciativa de las maquetas forma parte de un plan más amplio. José Rodríguez Barreras, director de la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey, explica que el objetivo es garantizar una inclusión real en el patrimonio. “Queremos que las personas con discapacidad visual tengan una experiencia integral”.
Para expandir el uso de las réplicas, la institución desarrolla dos aplicaciones móviles. Una proporcionará información auditiva para los ciegos, con el objetivo de contar al detalle sobre las edificaciones mediante un parlamento sonoro. La otra, destinada a personas sordas, ofrecerá contenido en lenguaje de señas.
“Las maquetas han sido creadas en el taller de José Villa Soberón, fundidas en resina con pátina de bronce”, precisó Rodríguez Barreras para luego asegurar que se han realizado ajustes en el diseño del Braille tras la retroalimentación de los usuarios, y que la legibilidad sea óptima. “La de la Casa Natal ya estaba hecha, pero eso se arregló en la del Teatro Principal”.
La inclusión también se extiende al ámbito laboral porque la institución impulsa a una inclusión real, que no solo signifique acceso a la cultura, sino también oportunidades para la autonomía económica.
“Inicialmente, ocho jóvenes con discapacidad mental serán insertados en el mercado laboral en actividades como la jardinería en el Museo Ferroviario. Deben comenzar en marzo o abril, cuando tengamos todas las condiciones materiales. Estamos viendo qué otros oficios pueden desarrollar. Ellos van a ser trabajadores de la Oficina”, explicó Rodríguez Barreras.
Este esfuerzo cuenta con el apoyo de organismos estatales y la cooperación internacional. Parte de experiencias en Cuba, específicamente en la Quinta de los Molinos de la Oficina del Historiador de La Habana. A su vez, mira la práctica en países europeos, donde un porciento de la fuerza de trabajo tiene algún tipo de discapacidad. Así, abre el horizonte a quienes cumplen 18 años, la edad límite para estar bajo el manto del sistema de Educación Especial.
La Oficina del Historiador también ha mantenido un fuerte compromiso con la escuela Héroes del Moncada para niños con espectro autista. Algunos de ellos pueden llegar a la universidad o formar una familia, pero otros necesitan oportunidades laborales adaptadas. Este nuevo proyecto les ofrecerá también la posibilidad de integrarse a la sociedad de manera activa y productiva, más allá de la casa y de la dependencia del cuidador de la familia.
“Este fenómeno no se puede tratar con lástima sino con conciencia de la necesidad de ayudar a las personas”, enfatizó.
LO QUE FALTA POR HACER
Las maquetas son un buen paso hacia la accesibilidad, pero quedan muchas brechas por cerrar. “Hay detalles esenciales en los que se podría aplicar el Braille y no se hace”, comenta Leonel. “Por ejemplo, en los medicamentos. Yo uso dos tipos de colirios, Timolol y Dorzolamida, y las cajitas son iguales. Si al menos en el empaque trajera en Braille cuál es cuál, sería mucho más fácil”.
Otro ejemplo son los billetes. “Hace muchos años, cuando el Che (Ernesto Guevara) era ministro del Banco Nacional de Cuba, hubo una emisión de billetes con su valor en Braille, pero ya no”, recuerda. La falta de señalización accesible en espacios públicos, los menús de restaurantes o incluso las publicaciones escritas son otras carencias que podrían solucionarse con acciones simples. “Sé que pedir la prensa en Braille es una utopía, pero alguna publicación sería posible”, agrega, aunque menciona la revista Faro, de la ANCI, que se envía incluso al exterior.
¿CÓMO ENFRENTAMOS LA OSCURIDAD?
Mientras hablábamos con Leonel, una mujer vidente que nos observaba comentó, con la espontaneidad típica del cubano: “Voy a aprender ese lenguaje de los punticos porque en cualquier momento me quedo ciega”. Su broma encerraba una verdad incómoda. En estos tiempos de apagones prolongados, los videntes experimentan, aunque sea por unas horas, la imposibilidad de depender de sus ojos. Se quejan, se frustran, se desesperan. Pero, ¿qué pasa con aquellos para quienes la oscuridad es un estado permanente? La diferencia está en la preparación. Un ciego tiene estrategias, herramientas y una mentalidad adaptada. Un vidente, en cambio, se desmorona ante la primera sombra.
La verdadera pregunta es: ¿qué haríamos si la oscuridad dejara de ser temporal? ¿Cómo nos adaptaríamos? ¿Cuánto podríamos aprender de quienes llevan años viviendo sin luz, pero con claridad?