GUÁIMARO, CAMAGÜEY.- Como una vuelta a la semilla, la XVII Cruzada Literaria comenzó hoy su periplo en el Parque de la Constitución, donde en el año 2003 se hizo la primera lectura de este evento de la Asociación Hermanos Saíz (AHS).

Llegaron Yoandra Santana y Mariela Pérez-Castro, dos de los siete fundadores que alistaron sus mochilas y se fueron a rumbo al encuentro de las comunidades.

Desde entonces han encontrado el abrazo de los autores de Guáimaro, como el historiador Desiderio Borroto, que define la Cruzada como un proyecto de soñadores con los pies en la tierra.

A un costado del monumento que rinde honores a la bandera cubana, compartieron poemas, narraciones y adivinanzas.

Como siempre insiste Desiderio, con orgullo sano, Guáimaro pervive en el centro de las coordenadas de la nación, porque aquí surgió la República de Cuba, y el primer homenaje se hizo desde la cultura.

El sábado 10 de abril de 1869 al atardecer en lo que era la plaza pública, actual Parque de la Constitución, el poeta que había sido esclavo Antonio Frías improvisó un soneto dedicado a la Asamblea de Guáimaro.

Ahora entre los anfitriones también estuvo Randoll Machado, miembro de la AHS, y galardonado con importantes lauros nacionales como el Premio Calendario 2014.

El poeta Diusmel Machado hizo de guía para el guion espontáneo, conformado con la intención de un espacio a todos los participantes.

Por eso regalaron música Pedro Yair y Rodolfo Cruz, miembros del grupo Sociedad del Teatro, fundado por Desiderio el 22 de octubre del 2008, y que recibió a esta Cruzada con el teatrova "Martí, el aire".

A un costado del parque está la Casa de Cultura Luz Palomares, reabierta hace unos meses, que esta semana promueve en El caballete un cuadro del lugareño Yaimel Castañeda, y a la entrada tenía poemas manuscritos tendidos en La esquina del cordel, iniciativa con más de 10 años.

Esta mañana también leyeron Martha Acosta y su mamá Martha Álvarez, Evelin Queipo, Domingo Peña, Odalys Leyva, Miriam Estrada, Jorge Luis Arias Reina y Diusmel Machado, Reyna Ayala compartió una narración oral, y el actor Reinier Elizarde divirtió con las ocurrencias de su personaje el payaso Chocolatiqui.

Como definió Odalys, la Cruzada es como los arpegios, con la melodía de tantas voces y tantos años, con las energías de aquel primer día en Guáimaro en el 2003, cuando el grupo de escritores y un trovador, llevó su palabra de este parque al museo y a la librería del pueblo que fue la primera capital de Cuba.