CAMAGÜEY.- Durante seis meses no soñó nada, ni a causa de alegrías y tristezas propias ni de otros, ni siquiera por los embates del tornado que voló el tejado de su casa, la desencajó de los cimientos y provocó que una teja voladora fracturara el cráneo ─y la dejara para siempre abstraída─ a la vecina Caridad de los Hoyos, en la Villa de Santa María del Puerto del Príncipe.

─Se me acabaron los sueños, pero los voy a recuperar, afirmó Juan de Dios, y comenzó a pensar continuamente en los deseos de soñar, pero su visión seguía oscura mientras dormía.

A escondidas consultó a una india de orilla, ducha en conocer las historias dentro de los ojos, y la mujer le reveló una causa demoledora:

─No se te acabaron los sueños para siempre, se te acabaron las esperanzas, y como no tienes esperanzas no sueñas, y el que no sueña no vive.

─Como no tengo esperanzas ni sueños me voy a ahorcar, expresó el hombre, y la india le dijo:

─Entonces escoge el árbol y la soga y mata las angustias.

Juan de Dios no lo hizo y empezó a desterrar las zozobras, y a pensar reiteradamente en los puentes que salvan abismos, y tuvo su primer sueño después de seis meses con las visiones apagadas mientras dormía.

Había recuperado los sueños, los felices y las pesadillas, y ahorcó para siempre la falta de esperanzas y de sueños, incluso, con las muchas desesperanzas que como un viento llanero arrasador solían sepultar muchos deseos legítimos en la Villa de Santa María del Puerto del Príncipe.

Nota: Relato tomado del libro inédito De lo que fue y pudo ser en Santa María del Puerto del Príncipe, en el cual confluyen la realidad y la ficción.