CAMAGÜEY.- Este martes cuatro de mayo la máster en ciencias Elizabeth López Martínez, enfermera de profesión y docente en la Universidad de Ciencias Médicas Carlos J. Finlay, entró por séptima vez a trabajar en un centro de aislamiento. La Medalla del Mérito y el Honor por apoyar en la lucha contra la COVID-19 constituye para ella un orgullo, pero saberse útil la llena más.
“Para nosotros el inicio de la pandemia supuso grandes sacrificios. Estábamos dedicados casi por completo a la docencia y aunque siempre tratamos de mezclar las dos cosas, no es igual si estás de lleno en la asistencia médica.
“Nos tocó inaugurar el centro de aislamiento ubicado en la escuela de enfermería y armarlo desde cero. Adaptamos una escuela y la convertimos en un hospital. Como es lógico no todo nos salió bien al principio pero el camino se ha encargado de ir perfeccionando la labor que realizamos.
“Es una experiencia nueva porque se trata de una enfermedad que nunca habíamos tratado y como les pasó a casi todos, se convirtió en un reto. Fueron muchas las medidas que seguridad que tuvimos que incorporar a la rutina por el alto nivel de contagio.
“Nuestro centro tiene como característica especial que recibe como pacientes embarazadas, niños, personas en situación de discapacidad, y por ellos laboramos día y noche. El momento más complicado y duro para todos es comunicarle a alguno que dio positivo a la prueba del PCR. Sin embargo, se te llena el pecho cuando los pacientes se van y no encuentran las palabras para agradecerte.
“Siempre les digo a mis estudiantes que un enfermero que no tenga una familia que lo apoye, no puede dedicarse a esta profesión. Por suerte, los míos han estado a mi lado en todo momento. Además comparten el mismo amor que yo por los demás. Mi esposo, por ejemplo, que es profesor del IPVCE Máximo Gómez también está trabajando en un centro de aislamiento.
“En casa nos hemos dividido para que no concuerden las entradas aunque en una ocasión estuvimos en Zona Roja los dos al mismo tiempo. No negaré que ha sido difícil porque tenemos un hijo que está en el servicio militar y requiere nuestra ayuda, no obstante estamos conscientes de la buena labor que hacemos. Hemos dejamos mucho atrás pero cumplimos con nuestro deber y eso nos reconforta”.