CAMAGÜEY.- La Facultad de Cultura Física Manuel “Piti” Fajardo, de la Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte Loynaz, ya tiene conocimiento de causa. Cuando la pandemia halló plaza en el 2020 en el país, sus puertas abrieron. Ahora se repite la historia y en su motel son acogidos los sospechosos de bajo riesgo, contactos de positivos.

Roberto Manresa Rodríguez, el director administrativo, no duda en expresar desde el primer momento el respaldo ofrecido por el colectivo del centro. “Las personas dieron su paso al frente, claro, no todos podían, pero hubo disposición, tanto ahora, como el año pasado”.

Cuentan con una coordinadora, bajo cuya égida hay cuatro facilitadores provenientes del Instituto de Deportes, Educación Física y Recreación (Inder), que apoyan la Zona Roja de conjunto con tres médicos, tres enfermeras, un estadístico, una especialista de Higiene y un administrativo de Salud.

Ellos se encargan de realizar la clasificación para las ubicaciones de las personas que llegan al centro, donde las camas guardan las distancias establecidas. Las capacidades de cada cubículo son de hasta tres, en dependencia de su tamaño.

“Actualmente alojamos a alrededor de 30 personas de los municipios de Camagüey, Florida y Carlos Manuel de Céspedes”, refirió Raúl González Hidalgo, el representante gubernamental en el plantel, previsto para acomodar hasta 52 huéspedes.

“Los criterios sobre la alimentación, refiere Manresa, son positivos. Nos proponemos que los aislados reciban una adecuada atención, y que su permanencia tenga los estándares adecuados".

De manera habitual les venden módulos diversos para niños menores de ocho años, con refrescos en pomos, siropes, galletas de sal y otras golosinas. Paralelamente, hay una cafetería con algunas ofertas para quienes deseen complementar la alimentación recibida.

Como es menester en este tipo de sitio, las medidas de protección se perciben desde la entrada: la obligatoriedad en el lavado de las manos, y el clorado del calzado.

No se admiten visitas familiares. La entrada es solo permisible para las personas que cumplen funciones vitales. Por su ubicación, la Zona Roja dista de los puntos de acceso.

La protección cuidadosa del protocolo no es un lujo, sino una imperiosa necesidad, sobre todo porque quienes allí esperan dictamen médico son posibles portadores del virus, según explicó Ramona Cruz, una de las representantes del equipo asistencial.

El esfuerzo de este colectivo, casi siempre anónimo, deviene muestra de cuánto se hace en función de la salud, de preservar algo divino: la vida.