CAMAGÜEY.- Más que las palabras que han acompañado los reportes periodísticos, las imágenes difundidas por televisoras internacionales en estas semanas de pandemia, son elocuentes las diferencias sociales y de la exacerbación inhumana del capitalismo y su engendro neoliberal.
Millones de personas en el mundo que –consciente o inconscientemente—se han mantenido al margen de la “política”, por la engañosa neutralidad, observan hoy con asombro los espeluznantes videos de personas muertas en las calles de Guayaquil, ataúdes por todas partes y rostros enmudecidos de hombres clamando por la asistencia sanitaria suya y de sus familiares, sin la más leve esperanza de vivir.
El presidente ecuatoriano, Lenin Moreno, bochornosamente en recientes declaraciones difundidas por Telesur, admitió que las cifras de muertos reales son superiores a las “reconocidas” oficialmente por las autoridades locales, pero no habló de la incapacidad de su gobierno para frenar este panorama.
Otra mirada que habla de las crueldades del capitalismo tiene su epicentro en Nueva York, la ciudad que no duerme, epíteto hoy con otro motivo, el de sus habitantes de mantenerse expectantes y ver colapsar los servicios hospitalarios y la falta de los más elementales recursos.
Qué decir del presidente Donald Trump, quien queda en ridículo, una vez más, con esa indiferencia, asumida con el manejo del SARS-CoV-2 y las ansias de poder, de amenaza militar a Venezuela y de nuevas restricciones económicas a Cuba, ambas naciones verdaderos ejemplos de democracia y de ocupar una posición de vanguardia en esta lucha contra la pandemia.
Pero en materia política, la situación se torna compleja en Colombia, donde varios parlamentarios han pedido a Iván Duque que no apoye a Estados Unidos en su aberrante amenaza a Venezuela.
Hacia adentro de su país, el señorito de la Casa Blanca, como algunos ciudadanos de su nación califican a Trump, debía de ocuparse del mercado de drogas que subyace en su sociedad, cerrar el camino a la venta de armas y olvidarse de los conflictos bélicos; es hora de sentar las bases para una paz verdadera y global.
La COVID-19 constituye un patrón de comparación de las desigualdades en este mundo, mientras Estados Unidos irradia rencores, China y Rusia tienden ayuda y cooperación en muchos países, y Cuba se mantiene como un paradigma de solidaridad y humanismo con miles de médicos y personal de salud, presentes en numerosos países y nuevos miembros de las brigadas del contingente Henry Reeve, respaldan a otras naciones, y por primera vez en Europa, en un gesto de inestimable valor, reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), otras instituciones, en primerísimo lugar, por los pueblos.
Otra desigualdad asoma ante los ojos del mundo: en las dos últimas semanas aumentó a 10 millones de desempleados en Estados Unidos solicitando ayuda económica, en cambio, la Cuba empobrecida y bloqueada asegura a sus trabajadores salarios decorosos y asistencia social a los más necesitados.