CAMAGÜEY.-El profesor Rafael Pila Pérez no solo se distingue por ser una enciclopedia en la especialidad de medicina interna, sino por la memoria privilegiada de recordar acontecimientos acaecidos en su infancia, cuando apenas tenía ocho o nueve años.

En la mente retiene de manera fresca, que durante la Segunda Guerra Mundial en su natal poblado de Elia, a 12 kilómetros al sur de Guáimaro, perteneciente antes a la provincia de Camagüey, la antigua compañía de electricidad, propiedad de un puertorriqueño, después de las ocho de la noche suspendía el servicio y lo último que se podía oír en la radio, una hora antes, era sobre la situación bélica en el espacio El reporte Esso.

Después del conflicto armado la planta energética siguió garantizándole electricidad a Elia, Guáimaro, Palo Seco, Cascorro, Hatuey y a parte de Sibanicú, que recibía el epiteto de Pueblo oscuro, época en que estaban de moda las chismosas o lámparas de carburo para iluminarse.

Camagüey, con una extensión territorial actual menor a la de 1959, en que abarcaba los territorios desde Jatibonico (hoy de Sancti Spíritus) hasta el antiguo central Francisco, de Las Tunas, posee una capacidad instalada de producción energética equivalente a más de doce veces a la existente de 43,5 MW por entonces.

El crecimiento obedece al impetuoso desarrollo que la Revolución introdujo, con la construcción desde 1964 de la central termoeléctrica 10 de Octubre, de Nuevitas, enclave que siete años después instaló el segundo turbogenerador, fruto de la solidaridad y de los convenios comerciales con el extinto Consejo de Ayuda Mutua Económica (Came).

Una de las máximas que debe surtir efecto para cualquier nación es la electrificación, sin ella no hay desarrollo posible para encarar la industrialización, los programas agrícolas y sociales. Nadie crea que toda la población camagüeyana tenía acceso a este tipo de servicio.

De la generación eléctrica de base térmica, Camagüey ha pasado a un estadio superior, mediante el sistema de generación distribuida, con emplazamientos de grupos electrógenos que emplean como fuente de combustible el full oil y diésel, grupos aislados, y finalmente incursiona en las fuentes renovables de energía (Fre) a través del empleo de la energía solar para cambiar la matriz energética en la próxima década en Cuba, proceso que supondrá el 24 % a partir de esta tecnología amigable con el medio ambiente.

La Mayor de Las Antillas, de este modo, dejará de emitir anualmente, más de seis millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera, reducirá importaciones y economizaría millones de dólares, si tenemos en cuenta que cada tonelada de combustible que adquiere el país equivale aproximadamente a 700 USD.

Como parte de su política social, el gobierno cubano no abandona a sus hijos, de ahí que concibiera la electrificación con paneles solares de más de 1 400 viviendas de Camagüey, alejadas del Sistema Electroenergético Nacional, fórmula para elevar el nivel de vida de la población y el uso de la Fre ante el agotamiento de los hidrocarburos tradicionales.

Este apartado depende de una acción conjunta en la que intervienen la Empresa Eléctrica en la preparación de los equipos, Copextel en el montaje y en la labor de mantenimiento de la tecnología y de los propios beneficiarios en la instalación del soporte del panel, generalmente pilotes a la altura establecida.

Según la tecnología el panel tiene una capacidad de un kilowatt y favorece la iluminación de cinco luces Led de 7 Watts y equipos como radio, televisor y un ventilador, no así cocinas eléctricas, refrigeradores ni turbinas.

A pesar de que Estados Unidos persiste en destruir el sistema social de Cuba y hace lo indecible para ello, el desarrollo energético no se detendrá para seguir iluminando el futuro.