CAMAGÜEY.- La tarde del 25 de Julio de 1953 en Camagüey no fue tan ruidosa. El movimiento de vehículos ligeros circulaba  de manera normal, sin siquiera imaginar lo que se avecinaba, el hecho que conmocionó a Santiago de Cuba y a Bayamo: los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.

Pasado el mediodía, Fidel arribó ese día a Camagüey, acompañado de otros combatientes. Decidió hacer un alto para almorzar y luego continuar viaje con una parada en Bayamo para la concreción del plan.

La fonda de Manolo, especializado en comida criolla, del reparto Garrido, frente al hoy hospital militar Dr. Octavio de la Concepción y de la Pedraja fue el lugar escogido.

Años después, el 25 de julio de 1989, abordado por la prensa local en el tabloncillo del área de baloncesto del Instituto Superior de Ciencias Médicas Carlos J, Finley sobre  la coincidencia de coincidir con aquel momento, recordó que el tropiezo del auto con un ciclista en la intersección de la Avenida de la Libertad y el servicentro Libertad, pudo haber trastocado las acciones previstas.

El Buick azul, con el techo color crema, conducido por Teodulio Mitchel Barbán, oriundo de Palma Soriano, no sufrió daños como tampoco la bicicleta, aunque en recompensa recibió su propietario veinte pesos, que era el costo de ese medio de locomoción.

“Unimos dos mesas y cuando trajeron la lista me parece que Fidel propuso que comiéramos todos igual para salir rápido. Todo estaba muy limpio. Terminamos. Fidel pagó y volvimos a salir a la Carretera Central”, precisó Teodulio.

Camagüey vio pasar por su ciudad a los 153 participantes, seleccionados para ambas acciones, transportándose por diversas vías. En su artículo: “La huella de los moncadistas en la tierra de El Mayor”, del historiador Francisco Luna, sostuvo que el mayor grupo de unos 80, se trasladó en autos.

La partida se produjo de la casa de Haydée Santamaría, en O y 24 desde las 4:00 de la mañana con una frecuencia de separación de tiempo de treinta minutos y atravesaron la ciudad de Camagüey sin detenerse prácticamente, asegura Luna.

Otro grupo de 21, viajó en la ruta 80, Habana-Santiago de Cuba, con una escala corta en el antiguo hotel Residencial, hoy Puerto Príncipe en la Avenida de los Mártires, en la barriada de La Vigía.

Otros cinco combatientes realizaron una rápida parada en el Hotel América, el cual conserva su nombre, mientras por ferrocarril viajaron 17, encabezado por Raúl Castro, con salida desde La Habana la noche del 24 de Julio.

Todos tuvieron una fase previa de preparación militar, realizada en sitios de la capital, recogen reseñas históricas en la cual menciona que un bayamés-camagüeyano fue el único que se vio enrolado en esa gesta y posteriormente en el desembarco del Granma, Reynaldo Benitez Álvarez.

El desde los 15 años residió en la calle Ignacio Agramonte 272, en Camagüey, junto a sus padres, de origen muy humilde, incluso, se dedicó al oficio de barbero.

Desde 10 de marzo de 1952, fecha del golpe de Estado de Batista, se alineó a las tendencias ortodoxas y estrechó vínculo con Fidel al que admiro hasta el día de su muerte.

El octogenario veterano revolucionario de la lucha clandestina en Camagüey, Antonio Massiá Fernández, residente actualmente en la capital, desde los recuerdos de su época y de estudiante del Instituto de Segunda Enseñanza, forja de jóvenes como Jesús Suárez Gayol, nos trae la vivencia de la época.

"El 26 de Julio sorprendió al estudiantado del instituto, de la escuela de Comercio y de la Normal para maestros. El Moncada nos trajó una luz que nos demostró que había que luchar por otra vía que no fuera con los politiqueros. Después llegó a nuestras manos La Historia me absolverá, y fue una guía moral y ética para nosotros ".

Aristonico Reyes Cacho, combatiente destacado de la lucha clandestina, ya fallecido, conoció a Reynaldo Benítez y compartió facetas revolucionarias como integrante del Movimiento 26 de Julio.

La esposa de Reyes Cacho recuerda que él decía que Reynaldo era un hombre de una personalidad especial y abrigaba dotes de un combatiente sin miedo. Una vez el matrimonio visitó el hogar habanero en el que se asentó e irradiaba modestia.

En el 2008, en ocasión de desempeñarse el actual vicepresidente de la República, Salvador Valdés Mesa, como primer secretario del Partido en la provincia, fueron develadas dos tarjas, una frente al actual hospital militar Dr Octavio de la Concepción y de la Pedraja y la otra en Ignacio Agramonte 272

La tarja que permaneció varios años, ubicada en la fachada decía: "En esta casa vivió en la década del 50 Reynaldo Benítez Nápoles, combatiente del Moncada, organizador del M-26-7 en Camagüey y expedicionario del Granma. Camagüey Julio del 2008".

Sentidamente murió Reynaldo Benítez Nápoles el 5 de agosto de 1997, pero la llama sigue enhiesta.

La conquista de estas fortalezas militares, según la estrategia de Fidel, posibilitaría armar al pueblo, ocupar ambas ciudades, dar a conocer a la nación el programa revolucionario, convocar a los trabajadores del país a la huelga general y desatar un movimiento popular e insurreccional capaz de provocar el desplome del régimen. Si esta acción fracasó, los revolucionarios se internaron en las montañas para desplegar la guerra de guerrillas.

El asalto al cuartel Moncada no obtuvo el triunfo esperado, pero fue una victoria estratégica, porque señaló la vía y trazó un programa de liberación nacional que abriría las puertas al pueblo de Cuba de su verdadera independencia, tras asentarse los expedicionarios del yate Granma en la Sierra Maestra quienes con Fidel al frente desembarcaron por Las Coloradas.

El empuje de los rebeldes se impuso sobre la dictadura para alcanzar los derechos que le fueron negados al pueblo de Cuba en muchos sectores como la salud pública y la educación.