CAMAGÜEY-. La duda comenzó a asaltarla. Todo apuntaba a la sospecha. Días atrás le habían informado en el área de salud, que su pareja —estable y en quien confiaba plenamente— estaba incluido en una cadena epidemiológica.

Acudió al laboratorio del policlínico a hacerse los análisis necesarios, y de ahí, a esperar el resultado con la paciencia que, a esas alturas, era difícil conseguir.

La enfermera fue la primera en recibir la noticia. Pasó horas y horas en casa pensando en el mejor modo para comunicársela. No había ninguno, nada haría menos difícil el momento.

Como vivían relativamente cerca, la visita ocurrió esa misma noche. Conversaron un rato, y llegado el momento aparentemente justo, no quedó más remedio. El virus en su organismo era ya un hecho.

Poco después supo del embarazo y se negó a rechazarlo. Durante los nueve meses, cuidó de su vientre y de su salud. La familia no hacía más que apoyarla. El padre de la bebé que venía en camino también estaba feliz.

Nació la niña, afortunadamente sana. Frente al virus de inmunodeficiencia humana, el nacimiento fue una bendición.

Historias similares a esta pudieran resultar comunes en nuestro planeta, donde cifras como los 36,7 millones de personas infectadas por el VIH a finales del 2016, —según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS)—, son alarmantes, sobre todo, porque de ellos, solamente 20, 9 millones, recibían tratamiento a mediados del 2017.

Los datos de dos años atrás indicaban que en el mundo 1,8 millones de niños sufre la infección por el VIH; en su mayoría, contraída a través de la madre, durante el embarazo, el parto o la lactancia.

El riesgo se reduce únicamente si se suministran antirretrovirales a las madres y los niños en las etapas en las que puede producirse la infección, explica el portal digital de la organización.

La mayor diferencia de esta historia y las que suceden en otras naciones del orbe radica en que la contada hoy en Adelante Digital ocurrió, como debe imaginar, en Cuba, primer país del mundo en eliminar la transmisión del VIH y de la sífilis de madre a hijo.

 

 Menciona el sitio web de la OMS que esta Isla asegura “el acceso temprano a la atención prenatal, a las pruebas para detectar el VIH y la sífilis, tanto para las embarazadas como para sus parejas, para proveer el tratamiento para las mujeres que dan positivo y sus bebés, en la sustitución de la lactancia materna y la prevención del VIH y de la sífilis antes y durante el embarazo (...)”.

En el día mundial de la lucha contra el Sida, decretado por la Asamblea General de las Naciones Unidas, resulta válido resaltar los avances de la nación caribeña en el enfrentamiento a esa enfermedad.

Con etiquetas como #DiaMundialdelSIDA, #VIH y #SIDA en la red social Twitter, podremos compartir los resultados de Cuba en esta campaña, las bondades de un sistema de salud donde la atención especializada a la enfermedad sí tiene rostro.