A dieciocho años de la petición inicial (que por entonces se agarraba al pretexto de su aniversario 55), Clave y Guaguancó, el más longevo grupo de rumba en activo en Cuba, concretó el primer concierto de una gira nacional que, dado el paso involuntario de las fechas, viene a ser para celebrarse el ahínco que les sobrevive de seguir tocando.
"Salió casi a los 68, ¡al fin!, luego de un berrinche mío de altos quilates y con solo cinco provincias para visitar: esta y Ciego de Ávila, Santa Clara, Cienfuegos y Matanzas; pero aún así nos alegramos mucho, porque recorrer aunque sea una parte de Cuba con tu música es siempre un premio."
Lo bueno de este hombre es eso, su entusiasmo y su irrenunciable fe para seguir empujando a la sobrevida a una agrupación que acaso cargue con el mayor de los pesos en el mundo artístico: el de haber pasado ya su etapa dorada.
"Son tiempos duros—asegura Amado—la economía y sus depresiones lo atraviesa todo, los muchachos prefieren irse a hacer sus trabajos de santería que cumplir con los contratos artísticos, porque lo otro paga mejor; y no veas la lucha que da grabar un disco... Carraguao vs Pueblo Nuevo, el que nos dio cuatro nominaciones y dos premios Cubadisco, se metió años engavetado. Pero yo no pierdo la fe, ni los sueños."
Tampoco pierde la memoria, y quizá eso sea lo que lo mantiene a flote en sus propósitos de renovar una vez más a Clave... como lo hizo allá por el 84 cuando empezó a dirigirlo y le sumó tumbadoras y batá al asunto, y puso a cantar y a bailar a los instrumentistas, y comenzaron las fusiones y el tocar versos de Guillén o el Amo esta Isla, de Pablito.
"Yo no renuncio a seguir haciendo esto con dignidad, a que la tradición hermosa y respetable que le he enseñado a mi hijo persista con el nombre que otros le ganamos a golpe de dedicación"—confiesa.
Y Camagüey felicísimo de recibirle la primicia de la gira y de los empeños. Camagüey bailando con él y sus muchachos allá en El Cristo, poniéndole al Ballet Folclórico para acompañarle el ritmo, bajando el sol de un sorbo al calor de una tarde de buena rumba.
"De esta tierra soy padrino"—avisa Dedeu desde el escenario—"Wilmer y los muchachos de Rumbatá porque andan por La Habana, sino seguro que estarían aquí con nosotros".
Pero está el pueblo, la gente del barrio, y suena Clave y Guaguancó, por esta vez de buena suerte en que una gira, al fin, lo trajo al borde del Oriente.
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