CAMAGÜEY.- Hablar de Manuel Darias es recorrer un camino lleno de pasiones que han marcado su vida con intensidad y constancia. Canario de raíces profundas, su trayectoria ha estado signada por la disciplina y la dedicación en ámbitos tan diversos como el deporte, la música y, sobre todo, la crítica de historieta, una labor que ha ejercido con singular empeño durante más de medio siglo.
Desde su juventud, Darias destacó en el mundo del deporte, y se convirtió en un referente del tenis de mesa en las Islas Canarias, donde cosechó múltiples campeonatos. Su afán competitivo lo llevó también al atletismo — con una marca de 4’23” estableció récords de Tenerife en los años 1959-61 en los 1.500 metros lisos—, y al ajedrez, donde llegó a alcanzar la primera categoría en una época sin sistema ELO. Pero su inquietud no se limitó al ámbito deportivo. La música también formó parte de su vida, primero como cantante en la Coral Clásica y más tarde como contrabajista eléctrico en una de las primeras bandas de rock de Tenerife.
Sin embargo, es en el mundo de la historieta donde su nombre ha quedado grabado con mayor énfasis. Pionero en la crítica de cómics en España, ha dedicado más de 50 años a este campo, y se ha consolidado como una de las figuras más influyentes en la divulgación y el análisis de la historieta. Su trabajo ha sido reconocido en múltiples ocasiones, y una muestra de su legado se exhibe en la exposición “Manuel Darias: 50 años de Historieta”, que forma parte de la programación colateral de la XV edición de las Jornadas ArteCómic y se encuentra actualmente en el periódico Adelante.
A sus 83 años, Darias mantiene intacto su entusiasmo y cordialidad, valores que ha demostrado en esta entrevista realizada a vuelta de correo. Desde el primer intercambio, insistió en que el tono fuera el del tuteo, para evocar la cercanía y calidez con la que se vive en Tenerife. Su deferencia para con un modesto diario cubano, el Adelante de Camagüey, es reflejo de su generosidad y pasión por compartir el conocimiento. Con esta entrevista, nos adentramos en la mente de un hombre que ha sabido conjugar con maestría sus múltiples pasiones, dejando una huella imborrable en cada uno de los ámbitos en los que ha participado. Desde el deporte hasta la música, y finalmente en la historieta, Manuel Darias es un testimonio vivo de cómo la pasión y la constancia pueden trascender generaciones.
—¿Cómo fue tu acercamiento a la historieta y qué te llevó a decidirte por cultivarla a lo largo de tu vida?
—Debido a que, en mi infancia, durante los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo, no existía en Tenerife la televisión y el cine era bastante caro, los cómics constituían el entretenimiento favorito de los niños de entonces. Por aquella época, los tebeos en España eran muy baratos y existían dos prototipos de los mismos: el cuadernillo apaisado de aventuras realistas, con seriales tan populares como: El Guerrero del Antifaz, El Cachorro, el Capitán Trueno y el Jabato, entre otros muchos, y las revistas de humor de las editoriales Bruguera, Valenciana y Buigas, Estivill y Viña, con semanarios tan afamados como TBO, Pulgarcito y Jaimito, por citar solamente unos pocos. Más tarde, durante mi periplo por la adolescencia, incumplí una norma, entonces no escrita, por la que, el paso a adulto debería llevar consigo el dejar de leer colorines, que así llamamos en Tenerife a los tebeos, algo que yo no hice. Así pues, el mundo del globo y la viñeta jamás dejó de formar parte de mi personalidad. Más tarde, en 1973, siendo escritor de relatos cortos con algunos premios nacionales en mi haber, un amigo periodista de La Tarde, que estaba a punto de lanzar una separata titulada Sábado Especial, me propuso que participara en el proyecto. Así nace la página ‘Cómics’ que, tres años después, se traslada al Diario de Avisos con el nombre de ‘Historieta’, rotativo en donde se ha mantenido hasta ahora, siendo actualmente, en el mundo de la prensa escrita, decana de la crítica del Arte Secuencial a escala planetaria.
—Para los jóvenes con talento e interés en la historieta, además de leer mucha historieta, ¿qué otras recomendaciones les darías para desarrollarse en este campo?
—A mediados de la pasada centuria, un dibujante en ciernes entraba casi siempre como ayudante en el estudio de un historietista acreditado, con el que aprendía la profesión durante unos cuantos años. En estos momentos, bastantes viñetistas tienen en su currículum una licenciatura en Bellas Artes o han estudiado en alguna escuela especializada en la materia, con el objetivo de abordar una formación previa antes de ejercer. Decir también que, actualmente, al contrario de los que ocurría antaño, en el mundo del Arte Secuencial hay muy pocos dibujantes autodidactas. Luego, ya para introducirse en el universo laboral del tebeo hay, a mi juicio, dos caminos fundamentales a seguir: el primero, es publicar en algún fanzine o revista autoeditada por aficionados, con la esperanza de que un editor que rastree revistas en busca de nuevas promesas, vea y le agrade su trabajo; el segundo es participar en los concursos de cómics que anualmente se convocan en todos los lugares del mundo, lo cual es un interesante escaparate para darse a conocer. Y, sobre todo, no hay que olvidar lo que dicen los grandes maestros: y es que hay que “romperse la mano dibujando.
—Tú has ejercido la crítica de cómic durante muchos años. ¿Cómo consideras que debe asumirse este ejercicio? ¿Cuáles son las herramientas esenciales que no pueden faltar en una buena crítica?
—En mi opinión, una crítica debe ser siempre positiva y jamás negativa. Yo nunca he hablado de un tebeo que no me gusta. Si alguno no me agrada, lo olvido y en paz. Igualmente, un comentarista debe de ser, sobre todo, ecuánime en sus juicios de valor. Asimismo, no estar sujeto a ningún tipo de influencia externa, ya sea por parte de colegas, editores, revistas especializadas o de lo que se conoce como lo “políticamente correcto”. Y, por supuesto, ser un escritor bastante aseado.
—En 2023, en La Habana, se organizó una exposición de homenaje por tus 50 años de carrera. ¿Tuviste noticias de este reconocimiento?
—Por supuesto que sí. Y me agradó sobremanera. Guardo con mucho cariño un archivo en el que conservo textos, fotos y el programa de los actos celebrados en La Vitrina de Valonia, cuya directora, Lysbeth Daumont hizo la presentación de aquella muestra, que fue coadyuvada desde Tenerife por la Fundación Cine+Cómics.
—Desde tu perspectiva, ¿qué nombres identificas en Cuba dentro de tu gremio, especialmente de tu generación? Pensamos en figuras como Juan Padrón y Orestes Suárez. ¿Llegaste a conocerlos? ¿Cómo valoras sus obras?
—Mi único contacto con la historieta cubana aconteció a mediados de los años setenta del siglo XX cuando, inesperadamente, comencé a recibir © Línea, una revista cubana dirigida por Fidel Morales que se editaba en La Habana. Fue en el número cuatro de esta publicación, cuando leí una entrevista a Juan Padrón y pude visionar, por primera y única vez, veinte páginas de su héroe troncal, el mambí Elpidio Valdés, que me pareció un encantador personaje de humor, bien guionizado y dibujado. Por cierto, en 2021, en La Laguna, se concedió el Premio Quirino de Honor a Juan Padrón, fallecido un año antes, galardón que recogió su hija Silvia, la cual inauguró una exposición con carteles que habían sido elaborados para presentar los cortos y largometrajes de su padre. De Orestes Suárez conozco sólo algunas historietas publicadas en la revista Creepy, de Toutain y, por supuesto, su excelente versión de Tex para Bonelli Editor. Y, sobre todo, tengo que mencionar a mi buen amigo Juan López “Jan”, legendario creador del afamado Superlópez, el cual, a partir de 1959 y durante diez años, trabajó en la Televisión Cubana y en el ICAIC, además de realizar bastantes historietas para revistas juveniles como: Din Don, Pionero, y Muñequitos, bajo el seudónimo de Juan José. Es importante reseñar que fue compañero y maestro de Juan Padrón. Por cierto, él se me ha quejado de que en Cuba se le ha hecho como una especie de vacío y que casi nadie recuerda su destacada aportación al cómic de la Perla del Caribe.
—En el caso de Juan Padrón, a través de su personaje Elpidio Valdés, ridiculizó en muchos momentos a los españoles. En tu opinión, ¿existen límites éticos para un historietista al abordar temas históricos y políticos?
—Para mí ninguno. Estoy radicalmente en contra de que exista cualquier tipo de autocensura o censura al trabajo de un dibujante de cómics. La libertad de un creador debería ser inviolable. Si a alguien no le gusta un determinado tebeo, lo tiene muy fácil: con no comprarlo y no leerlo le bastaría.
—Tú has mantenido una página dedicada al cómic en el Diario de Avisos durante muchos años. ¿Cómo ha evolucionado este espacio y qué importancia crees que tiene para la divulgación y el análisis de la historieta?
—Francamente, creo que ha evolucionado bastante poco. Los principios fundacionales de ‘Historieta’ estimo que se han mantenido incólumes a través de sus cincuenta y dos años de vida. Mi página especializada ha destacado sobre todo por su apoyo y divulgación del tebeo español, al que he dado la máxima prioridad. Mi segunda preferencia se ha orientado hacia la historieta europea, seguida de la estadounidense, específicamente de la Edad de Oro y de la desarrollada actualmente por los viñetistas independientes USA. Muy poco interés me han suscitado los cómics de superhéroes y el manga japonés, de los que he escrito en pocas ocasiones. Estoy muy orgulloso de los obituarios a página entera con los que he despedido como merecen a los historietistas que han ido falleciendo, casi todos buenos amigos míos. También estoy muy contento de los Premios Historieta Diario de Avisos, que este año han llegado a su cuarenta y ocho edición, siendo los decanos de España.
—La historieta ha tenido un desarrollo muy distinto en América y Europa. ¿Cómo ves hoy la competencia entre la industria del cómic norteamericano y el europeo? ¿Consideras que hay espacios donde conviven o siguen caminos muy diferenciados?
—El poderío del cómic norteamericano ha sido apabullante en todo momento. Sus historietas sindicadas han inundado siempre la inmensa mayoría de los mercados mundiales, con unos cómics excelentes y a muy bajo precio de reproducción. En Europa hemos sobrevivido con grandes dificultades a esta inveterada penetración, ahora agravada por la pujante entrada del manga japonés. Francia e Italia son las únicas naciones que tienen una industria bastante consolidada. En España, a pesar de que las tiradas siguen siendo escasas y, por tanto, poco rentables para los profesionales, estamos en un momento álgido de apogeo creativo con la llegada de jóvenes dibujantes talentosos, de extraordinario nivel artístico y, sobre todo, por la irrupción de numerosas mujeres de sobresaliente calidad, algo impensable hace tan sólo veinte años.
Medalla de oro al merito cultural de santa cruz entregada por el alcalde Bermúezdez 2024
—Con el avance de la tecnología, muchos historietistas han pasado del dibujo tradicional al digital. Desde tu experiencia, ¿qué ventajas y desventajas encuentras en este tránsito tecnológico para el arte secuencial?
—No cabe la menor duda de que la supremacía del dibujo digital con respecto al clásico está resultando abrumadora. Yo, que soy de la vieja escuela, prefiero, sin lugar a dudas, el dibujo tradicional con papel, tinta china, plumilla, pincel, acuarelas, etcétera. Actualmente, en que los historietistas están ganando un interesante dinerillo extra con la venta de sus originales a muy buen precio, los que están dentro del formato digital se encuentran con que no tienen originales que ofrecer a sus seguidores y, por ende, hipotéticos clientes. Esta situación, a muchos de ellos, les causa un cierto desconcierto.
—Las Jornadas ArteCómic han sido un esfuerzo constante desde su fundación por el historiador de arte Alfredo Fuentes. Aunque premia el talento, aún no se ha logrado la producción seriada de las obras ganadoras, en parte debido a la crisis de la industria editorial cubana. En nuestro propio periódico, que en los años 80 y 90 dedicaba páginas al humor gráfico y contaba con historietistas en su equipo, hoy la versión impresa ha quedado reducida a un semanario de ocho páginas en formato tabloide. Desde tu experiencia, ¿cómo ves el futuro de la historieta en contextos donde las limitaciones editoriales y económicas desafían su desarrollo?
—La crisis de las publicaciones impresas es universal. La pequeña pantalla, con el auge de las series televisivas, las numerosas weblog existentes y la pujante e imparable prensa vía internet, lo han transformado todo. Es muy difícil predecir el futuro. No obstante, pienso que, poco a poco, el cómic digital se va a ir imponiendo y el tebeo en formato papel va a ir quedando como un sofisticado y elitista reducto para unos pocos nostálgicos o para los amantes de la excepcionalidad más refinada. Con respecto a los salones, convenciones y festivales dedicados al orbe de la historieta, como vuestro ArteCómic, pienso que son imprescindibles para la salud del Noveno Arte. Esas jornadas o simposios tienen el atractivo de reunir en un mismo lugar a entusiastas del tebeo, con el reclamo de que pueden asistir a interesantes actos programados, consistentes en: conferencias, audiovisuales, exposiciones, mesas redondas, entrevistas, encuentros con historietistas, además de contactos con editores y agentes, entre otros eventos. Y si, al mismo tiempo, también se convoca un concurso de cómics, mejor que mejor.
“Para terminar, no quiero despedirme sin aprovechar la ocasión para decir que yo siempre he tenido una estrecha relación sentimental y afectiva con Cuba. Y es que, a principios del siglo XX, se produjo una notable emigración de canarios a vuestra isla antillana, en busca de un mejor horizonte laboral que el que entonces existía en el archipiélago. Mi abuelo materno fue uno de ellos, y tuvo la mala suerte de fallecer en 1918, víctima de la influenza (mal llamada gripe española), estando enterrado creo que en La Habana, porque nunca supimos el lugar exacto de su sepultura. Supongo que es la nostalgia por el abuelo que nunca conocí”.
Mesa redonda con max en la libreria lemus 2023
Manuel Darias y Laaura Pérez Vernetti salón de Santa Cruz 2024
entrega del premio taburiente por Austín Gonzales director del diario de avisos 2023
Campeonato de España tenis de mesa podio individual 80 año 2023