CAMAGÜEY.- El Almacén de la Imagen, fiel a su espíritu de apertura y conexión entre jóvenes creadores, ha extendido sus lazos más allá de las fronteras de Cuba, estableciendo un vínculo enriquecedor con festivales de cine en Canarias, España. Esta relación ha ido ganando fuerza y revelando puntos en común entre los cineastas noveles de ambas regiones. Ahora, dio un paso más. Desde el Dodo's Café del Cine Encanto motivó un conversatorio online con un profesor y dos estudiantes de la Escuela de Arte Manolo Blahnik de La Palma.
Hay cinco horas de diferencia entre nosotros, así que mientras en Camagüey apenas comenzábamos una fresca mañana, en la Isla Bonita ya estaban entrando en la hora sagrada de la siesta española. El diálogo nos permitió trazar paralelismos y diferencias entre nuestras realidades educativas, reflexionando sobre cómo, desde distintos contextos, el arte sigue siendo un puente para conectar culturas y generaciones.
Este encuentro, pensado para los participantes de El Almacén de la Imagen, resultó especialmente interesante, ya que suelen ser estudiantes de cine, aunque en su mayoría del nivel universitario. También asisten profesionales, lo que aporta diversidad al diálogo. Aquí en Cuba, las escuelas de arte como la Escuela de Arte Manolo Blahnik son del nivel medio, y aunque el programa de estudios aborda mayoritariamente los géneros tradicionales en artes plásticas, la realización audiovisual tiene una presencia limitada. Las asignaturas complementarias que exploran la videocreación y la fotografía son poco frecuentes, dejando que estas materias se desarrollen más a fondo en el nivel universitario.
En Camagüey, contamos con una filial de la Universidad de las Artes de La Habana, donde se estudia Comunicación Audiovisual con perfiles como Dirección, Producción, Fotografía, Edición y Sonido. Esto contrasta con el panorama en La Palma, donde la Escuela de Arte Manolo Blahnik forma a jóvenes desde niveles iniciales, preparando el terreno para explorar el potencial creativo del audiovisual desde edades más tempranas.
El Almacén de la Imagen es, por tanto, una plataforma única para los participantes, ya que ofrece la oportunidad de proyectar sus obras en pantalla grande, frente a un público real. Este contacto es invaluable, ya que muchas de sus creaciones no encuentran espacio en el circuito oficial de exhibición.
Partiendo de estas reflexiones, el intercambio abrió una puerta para explorar las características de la Escuela de Arte Manolo Blahnik: ¿quiénes acceden a ella y a qué edad? ¿Qué se puede estudiar allí según los planes de estudio? ¿Cómo es el proceso de realización de las obras estudiantiles? ¿Los alumnos disponen de tecnología de la escuela o dependen de equipos propios? Y, quizá lo más importante, ¿qué hace la institución para impulsar la obra de sus estudiantes, para conectarlos con festivales clave como el Festivalito o iniciativas como el mapping de Medina del Campo?
El profesor Damián Martín Brito, con su destacada formación en Comunicación Audiovisual y su trayectoria en el ámbito del periodismo, la producción audiovisual y la enseñanza, aportó una visión amplia y profesional del mundo audiovisual. Su experiencia como docente permitió articular un discurso inspirador, en el que conjugó conocimientos técnicos y creativos con una reflexión sobre el papel transformador de los medios visuales. Su intervención fue particularmente valiosa para entender cómo la educación artística puede ser un catalizador para el desarrollo personal y profesional de los jóvenes.
Por su parte, los estudiantes Sandra González Pérez y Vidal Ramos Negrín brindaron una muestra del talento emergente que se forma en la Escuela de Arte Manolo Blahnik.
Sandra, en su presentación, destacó la versatilidad y compromiso con la creación visual. Su experiencia en diseño gráfico y fotografía, junto con su participación en proyectos significativos como el programa mentor del Festival Mapping Me!, demuestran el interés por vincular el arte con el entorno social y cultural de La Palma. Su perspectiva aportó un enfoque práctico sobre cómo los jóvenes pueden aplicar sus conocimientos para generar impacto en su comunidad.
Vidal, en cambio, ofreció un testimonio profundamente personal y artístico. Sus videopoesías y cortometrajes no solo evidencian su dominio técnico, sino también su capacidad para expresar vivencias y cuestionamientos universales a través del lenguaje audiovisual. Sus relatos crudos y reflexivos, galardonados en diversos festivales, sirvieron como un recordatorio de cómo el arte puede convertirse en una herramienta para explorar y compartir la complejidad de la experiencia humana.
Tras el conversatorio, los asistentes pudieron disfrutar en el Dodo’s Café del Cine Encanto de una muestra colateral de siete obras estudiantiles canarias. El conjunto dejó claro el compromiso con temas culturales, existenciales y sociales, mientras experimentan con narrativas y técnicas diversas. La proyección fue un momento de conexión y aprendizaje, que permitió a los asistentes cubanos valorar tanto la diversidad temática como el talento de los jóvenes cineastas de la “Manolo Blahnik”.
Entre las obras destacadas estuvo La miel en los labios, un documental dirigido por Aldo González que explora la tradición del sirope de palma en la isla de La Gomera. Este trabajo destaca por su capacidad para capturar el valor cultural de un oficio rural, enraizado profundamente en la identidad de su comunidad.
De Vidal Ramos Negrín se proyectó Porque te quiero, una emotiva historia de ficción que reflexiona sobre el amor a partir de la relación observada entre los abuelos del director. Este corto evidenció la sensibilidad de Vidal al tratar temas universales desde una perspectiva íntima y genuina. Su participación en varias obras del programa subraya la dinámica colaborativa que caracteriza a la escuela.
Celia González presentó dos piezas diferentes, pero igualmente reflexivas.
En Folie à deux, donde además actúa y se encarga de la cámara y de otras especialidades, explora las conexiones humanas. Por otro lado, junto a Aldo, codirigió SAI, una intrigante historia sobre una escuela en la que la inteligencia artificial reemplaza al maestro. Aunque especulativa, la premisa de este corto no está tan lejos de la realidad, como lo demuestra el caso de un instituto de secundaria en Alemania que ya experimenta con un profesor robot humanoide.
El corto Calcetines, dirigido por Tamara Rodríguez, aborda la inclusión social y las problemáticas de la exclusión, especialmente en el contexto escolar. Al igual que SAI, sitúa la narrativa en el ámbito educativo, logrando que los estudiantes y las escuelas se conviertan en protagonistas de historias que abordan conflictos sociales y humanos. Esto es un acierto, pues permite que los jóvenes espectadores se sientan identificados y reflexionen sobre sus propias realidades.
También se proyectó Ánima, una obra de Nieves Riera que emplea la técnica de pantalla fragmentada para evocar la conexión entre la isla, el mar y la figura femenina, elementos recurrentes en la producción audiovisual canaria. Su propuesta visual destaca por su carga simbólica y estética innovadora.
Finalmente, Doppelgänger, de Yenthamí Pérez, exploró el inquietante concepto del doble fantasmagórico como símbolo de mal augurio. Este corto fascinó por su atmósfera sugestiva y su habilidad para desarrollar una narrativa psicológica que mantiene al espectador en tensión.
Un aspecto que une a los cineastas emergentes de Cuba y La Palma es el desafío constante del presupuesto. Hacer cine sigue siendo costoso en cualquier lugar: alquilar equipos, conseguir locaciones y gestionar la producción representan barreras que requieren creatividad para superarlas.
En el caso de los estudiantes canarios, la Escuela de Arte Manolo Blahnik desempeña un papel fundamental al proporcionar equipamiento técnico que alivia parte de esta carga. Sin embargo, tanto en Cuba como en La Palma, el verdadero motor detrás de muchas obras es la voluntad y el entusiasmo de los amigos.
Practicar la empatía y la amistad resulta clave para sacar adelante proyectos que, aunque modestos en recursos, tienen un gran impacto en la conexión entre jóvenes apasionados por contar historias y el público que las recibe. Estas redes solidarias de apoyo demuestran que el cine es un arte y también un esfuerzo colectivo que celebra las ganas de comunicarse y transformar.