CAMAGÜEY.- El día cubano del bibliotecario es el 7 de junio, y el mundial, el 13 de septiembre, pretextos para celebrar la consagración de quienes eligieron un servicio social importante para el estímulo al desarrollo intelectual como una condición de vida.
Pertenecen a la Asociación Cubana de Bibliotecarios (Ascubi), personas de las bibliotecas públicas y de las especializadas como se denominan las localizadas en los hospitales y centros de salud, las universidades, los centros de estudios o de gestión de la documentación; además de jubilados.
Mayoli Ortiz Marín, presidenta de la filial de la Ascubi en Camagüey, comentó a Adelante Digital acerca de las buenas prácticas y las limitaciones materiales ante la perspectiva del territorio.
Resulta discreta la membresía de la provincia, pues solo aglutina 127 miembros, cuando pudieran integrarse trabajadores de las bibliotecas escolares, las predominantes, máxime si resultan un espacio indispensable en los cientos de centros educacionales.
Entre los reconocimientos nacionales conferidos recientemente, sobresalen el Premio María Teresa Freyre de Andrade merecido por Mercedes Hernández Ruiz; y el Olinta Ariosa Morales, otorgado a Gilma Guerra Suárez.
En octubre recibirán de manera oficial el Sello Antonio Bachiller y Morales –padre de la bibliografía cubana, quien nació el 7 de junio de 1812– , las bibliotecarias Yalily Labrada Barrio, Esmeralda Calero Yera yEsther Suárez Viera.
La Ascubi de Camagüey denominó Élgida Gil Álvarez, su premio provincial por la obra de la vida, como homenaje a una admirada directora de la Biblioteca Provincial Julio Antonio Mella, fundadora de la filial y del Encuentro de Escritores Camagüeyanos.
Ortiz Marín destacó entre las acciones sistemáticas, el Taller Científico Bibliotecológico de junio, por el intercambio de experiencias en cuanto a la promoción de la lectura, a las historias de esa institución cultural, y a los estudios de los perfiles de usuarios.
En cuanto a las opciones de capacitación, mencionó los talleres de verano para elevar las competencias profesionales con las tecnologías digitales, a pesar de las limitaciones materiales que frenan el profeso de informatización.
Contó que se trabaja con catálogos impresos y no con bases de datos, pero aspiran a realizar los estudios bibliométricos desde soportes electrónicos, y a disponer de un control de usuario automatizado.
La digitalización se ha enfocado en libros y folletos para contribuir con material auténtico a la memoria histórica del archivo nacional; y queda pendiente el equipamiento adecuado incorporar a ese proceso las colecciones de periódicos, concluyó Ortiz Marín.