Desde la mesa de trabajo de Wilcox se escucha un sonido mecánico y rítmico: es su impresora tridimensional. El equipo, armado con piezas de otros dispositivos en desuso y con un poco de ingenio, ha “dado a luz” alrededor de 70 viseras para el personal médico y de enfermería de los centros de aislamiento de sospechosos y pacientes del coronavirus.