Sororidad. Una palabra que resuena, pero que aún nos cuesta asimilar en su dimensión completa. No entraña solo la hermandad entre mujeres; es el pacto silencioso y a la vez estridente de sostenernos unas a otras, de reconocernos en nuestras batallas, en nuestras conquistas, en nuestras heridas. Ser mujer es, en sí mismo, un desafío; y ser mujer artista, un territorio aún más arduo de reclamar.