La mañana se abre paso en la Sala Internacional de la Cerámica Artística de Camagüey. El pregón de un vendedor ambulante se mezcla con el murmullo de la calle y el bullicio de la cola en la casa de cambio de al lado. Dentro, las paredes resguardan ecos de artistas de todo el mundo. Entre esas obras, la música encuentra un refugio. Lourdes Soler acomoda sus manos en el piano de cola, buscando un equilibrio entre su cuerpo y una rústica silla con cojín.