CAMAGÜEY.- La estatura de Fidel sobrepasaba el tamaño de los anfitriones que aguardaban por él en la soleada y cálida tarde del 25 de julio de 1989 en el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de Camagüey.
Los rostros de aquellos hombres y mujeres eran una viva expresión de alegría por tener allí, entre ellos, al máximo inspirador de un capítulo de la ciencia cubana que revolucionó la biotecnología a estándares internacionales, superior a algunos países del primer mundo.
La visión de Fidel, siempre adelantada a su época, veía en Camagüey un fuerte potencial para asumir el desarrollo de la ingeniería genética y biotecnología en el campo de las ciencias agropecuarias. No se equivocó.
El centro establecido en la capital del país fue la forja de entrenamiento para aquellos jóvenes que abrazaron su idea, con la máxima de consagración al trabajo, investigar hasta la saciedad y completar el ciclo cerrado de producción y comercialización.
Por el centro en estos 35 años han transitado varios directores, incluida una mujer. Hoy ocupa esa responsabilidad el Doctor en Ciencias Nemecio González Fernández, nativo de Sibanicú, quien recuerda los más mínimos detalles del comienzo de todo el despertar científico en este campo.
“El centro desde que se fundó, no solamente este, sino todas las instituciones de BioCubaFarma, anteriormente Polo Científico del Oeste de la capital, aplicaron netamente esa concepción del Comandante, de ciclo cerrado en cada proyecto para que llegara a convertirse en un producto que diera una solución compartida para resolver un problema nacional de la salud humana, animal o vegetal y en rubro exportable.
“Llevó desde principios un esfuerzo evidentemente grande, basado en la consagración de los trabajadores; desde los inicios no había horas para terminar una tarea, espíritu que se ha mantenido en los fundadores y transmitido a las nuevas generaciones”.
Durante la pandemia de COVID-19 parte de su laboró en los ensayos clínicos vacunales, sin días, ni fin de semana, con la participación dedicada de todos.
En los proyectos en marcha y en los sistemas productivos mantienen también esa conducta para acortar los tiempos de respuesta de todas las necesidades.
Desde los inicios trabajaron en el desarrollo de una vacuna contra la colibacilosis porcina, la primera en el campo de la veterinaria obtenida en Cuba por ingeniería genética y biotecnología en Camagüey, escuela que sirvió después para desarrollar otros productos.
En la actualidad los tres productos que tienen en fase productiva son fruto del trabajo de sus investigadores, el inmunógeno Gavac contra la garrapata del ganado bovino con más de 15 años en el mercado nacional, exportándose a cerca de diez países de la región, mediante la integración con investigadores del CIGB de La Habana y del sistema de la agricultura en el país.
Cuentan con un bionematicida, cuyo nombre comercial es HeberNem en el control de nematodos, con propiedades estimuladoras de crecimiento y biofertilizante que se logra a raíz de la investigación básica con la colaboración del CIGB Habana, de Sanidad Vegetal y otras instituciones de la Agricultura.
El tercer producto, en fase comercial, es la vacuna Porvac contra el cólera porcino, continuidad del proyecto de investigación del centro nacional, de conjunto con el Censa.
Sobre esto último, anunció el directivo, se conforma una inversión para ampliar las capacidades para cubrir la demanda nacional y de exportación. El primero en asimilarlo fue Vietnam.
Hay proyectos enfocados hacia la salud humana, un candidato vacunal contra el cáncer de próstata, con efectividad, para el cual se completa la información para obtener el permiso de ensayo clínico por la entidad reguladora.
Otras ideas a materializar tienen que ver con el control de garrapatas sobre mascotas, en perros y equinos.
El CIGB Camagüey labora de conjunto con la institución habanera y el Grupo Agroforestal en el desarrollo de un producto para la fermentación del café y homogenizar su calidad e incrementar el valor de este fondo exportable, sin descuidar el seguimiento a nuevos productos biomédicos.
A la pregunta de si han cumplido con Fidel su director respondió: “Nosotros hemos aportado, el cumplimiento no será nunca, siempre vamos a tener nuevos retos y esa fue la idea que transmitió desde el principio.
“La misión nuestra es tratar de responder a la gran visión que él tuvo, algo que se mantendrá en nosotros”, sostuvo, mientras reconoció el papel que desempeñan los jóvenes, quienes asumen tareas de primer nivel en el centro, y las mujeres, casi el 50% de la plantilla en comparación con los hombres.
De los tres cuadros principales de la institución científica, dos son féminas, y en sentido general asumen, además, responsabilidades técnicas y tareas políticas.
Roberto Basulto es uno de los fundadores que aún se mantiene en el centro, junto a Ana Campal y Eddy Bover.
Basulto, actual especialista del área comercial expresa: “Recuerdo que yo era el secretario general del comité de base de la UJC y tuve la oportunidad de estar en el recibimiento, de estrecharle la mano. Fue, sin dudas, algo impresionante”, lo que denota que las esencias del pensamiento del Fidel viven en el centro de investigación camagüeyano.