CAMAGÜEY.- El sol caía con fuerza sobre la finca Villa Luisa, en la circunvalación sur, pero no impedía que la gente de David Hernández González continuara las faenas del día: recolección de guayabas, procesamiento de puré de tomate, selección de semillas de ají y envasado de la producción terminada en la minindustria.

La primera carta de presentación de este hombre de 49 años, licenciado en agronomía y antiguo profesor del instituto politécnico Álvaro Barba Machado, enseñanza que se vio obligado abandonar por razones de salud, es que se considera una persona súper activa y le gusta aprovechar el tiempo, por eso sus días comienzan a las cuatro de la mañana y terminan a las diez de la noche.

En las diez hectáreas dedicadas a la producción se entremezclan la existencia de 105 variedades de frutas, otro tanto de plantaciones de cítricos, 7 000 matas de plátano macho, 6 000 de guayaba, 23 surtidos de aguacate y 27 de mango. El aprovechamiento de los espacios distingue a este productor, pues intercalan ajíes entre las guayabas, por ejemplo, y tiene frutas exóticas, entre ellas caimito cartagena, fresa, pera y mamey. Como si no bastara cuentan con 17 colmenas de abejas.

“Te voy a decir que en marzo produjimos 21 toneladas de encurtidos y puré de tomate en la minindustria; en valores logramos cerca de dos millones de pesos semanales.

“También procesamos producciones de los campesinos de nuestra CCS, la Renato Guitart. Mantenemos encadenamiento con tres empresas: la de frutas selectas, la de conserva y la agropecuaria, con las que existen contratos para la comercialización, y con los mercados ideales de Camagüey”. Los precios para la población están sujetos a regulaciones con un tope: “No es como el carretillero que compra a veinte pesos y vende a cincuenta”.

¿Sabes quién fue el de la idea de crear la agricultura suburbana hace 15 años?

—Raúl. Aquí muchas veces vino Adolfito, inspirador de este movimiento. El proyecto fructificó, hay muchas fincas que producen y otras están un poco apagadas. La siembra es compleja, no es hacerlo por hacerlo. Hay que saber, todo tiene su época, sus momentos.

Mucho más pudiera hablarse de las donaciones semanales que realizan para los niños intolerantes a los lácteos del círculo infantil del reparto Julio Antonio Mella y el proyecto de extender este gesto humano a pacientes del hospital pediátrico Eduardo Agramonte Piña.

EN LA FINCA LOS VIERA

Los Viera son tres hermanos. Con Jorge trabaja uno y el otro permanece en un asentamiento suburbano, no muy distante, sacándole provecho al suelo.

Recuerda los días iniciales para el fomento de la agricultura suburbana, nacida en Cuba el 8 de abril del 2009 por el municipio de Camagüey.

“Fue muy duro, esto estaba lleno de malezas desde la circunvalación; hubo un movimiento de desbroce de tierra y nosotros apoyándolo. Logramos tenerla limpia y declararon listos ese año con la siembra de boniato y yuca, de manera escalonada hasta lograr lo que tenemos”.

De aquel panorama al presente explicó: “Llevamos quince años produciendo y siendo uno de los mejores productores de la cooperativa en cultivos varios. Aquí se siembra desde frijoles, maíz, frutales, incluso, cultivos de ciclo corto: pepino, tomate, lechuga y cebolla”. Al inicio aseguraron las primeras veinticuatro hectáreas, después le aportaron diez más y hoy tiene 40, de ellas 34 cultivables.

“De aquellos años a estos, la diferencia es muy grande. Hay una ventaja, entre los años 2012-2013 hubo un proyecto sobre sistemas de riego para la agricultura que me favoreció. Los tengo soterrados y 24 hectáreas están bajo riego.

“No es lo suficiente, pero podemos regar hectárea por hectárea. Aparte de aspersión utilizamos la técnica por aniego con seis pozos muy buenos e inagotables. Tengo ahora dificultades con dos turbinas y no hay alambre para enrollarlos”, asegura Viera.

Todas sus cosechas están contratadas a más de un 80 % con entregas al consumo social, escuelas, hospitales. Casi todo lo que le va quedando de segunda y tercera lo dirigen a la mini-industria de Villa Luisa.

“En el campo me mantengo el mayor tiempo posible para dar el ejemplo a los trabajadores”. A veces, la esposa le dice: “tú, ni los domingos descansas”.

“Esta tierra la catalogaron de tercera, señaló el productor, sin embargo, la considero de primera, porque el cultivo se me ha dado con buen desarrollo, incluso, cuando inicié la siembra de frijoles y se me dio con un promedio de 1,5 quintales por hectárea”.

En este minuto, se preparan suelos para la siembra de primavera, allí donde se cosecharon tomates y hortalizas, se plantarán maíz, yuca y calabaza y dos hectáreas más de boniatos.

“La finca la llevo a mano con cuatro trabajadores, mi hermano y el operador del tractor”, otro ejemplo del uso racional del capital humano en este anillo verde que circunda a la ciudad de Camagüey.

Durante la COVID-19 le entregaron un reconocimiento por donaciones de productos a hospitales, y antes de marcharnos de esta finca, una de dos visitadas que son joyas del anillo verde de la ciudad, Viera cerró el diálogo con la sentencia martiana: “Si el hombre sirve, la tierra sirve”.