CAMAGÜEY.- Muchas veces se ha dicho que en el pueblo se multiplican las Marianas. Desde la epopeya cultural librada por la eliminación del analfabetismo en Cuba en 1961 se ha reconocido el papel de las féminas en la enseñanza.

Así como la madre de los Maceo enseñó a sus hijos el patriotismo que los definió por el resto de sus vidas, las profesoras de la escuela primaria Revolución de Octubre, ubicada en las cercanías del reparto Previsora, se afanan por la educación de sus pupilos.

Un ejemplo de ello es María Hernández Torres, quien lleva 50 años respirando el aroma de la tiza convertida en conocimientos.

“La labor de un maestro es tomar de la mano a sus estudiantes y conducirlo. Cuando veo jóvenes ya crecidos, transmitiendo a su sociedad los valores martianos y fidelistas que enseñamos, veo mis sueños cumplidos y se me renuevan las energías, olvido por completo la edad de jubilación. Ya no soy joven, pero me queda tanto por hacer…”.

María recuerda con orgullo la historia de esta escuela, aquel 1ro. de mayo de 1975, cuando se le pidió al Comandante Fidel la creación del centro, cuyo nombre otorga un sentido profundo de igualdad, revolución y valentía.

“Revolución de Octubre es un ejemplo en muchos aspectos. Tenemos alumnos ya crecidos que son médicos, ingenieros y maestros. Es una escuela que se distingue desde los históricos desfiles martianos hasta la tabla gimnástica, con estudiantes ganadores de concursos tanto de conocimientos, como otros convocados por instituciones y organismos. Nos enfrentamos al Ejercico Regional Comparativo y Explicativo, una evaluación externa para demostrar la calidad de la educación cubana con nuestras mejores fuerzas: los conocimientos de los estudiantes y la dedicación de sus profesores”.

María también atesora con orgullo la Distinción Frank País de II Grado otorgada el curso pasado. Ahora, como dirigente política fue seleccionada como precandidata al Congreso del Partido Comunista de Cuba. “Cualquiera de los militantes de mi núcleo pudo resultar idóneo como propuesta para levantar la bandera de las ideas en este espacio”.

Su compañera Domitila Carvajal Varona, también es reconocida dentro y fuera del plantel. María cuenta que ambas integraron el primer comité de base de la UJC en el centro, donde han echado “raíces”.

Sin embargo, para Domi, como la conocen sus más cercanos, su labor educativa se reinventa cada día. Un ejemplo fue la adaptación de la educación a las exigencias impuestas por el enfrentamiento a la COVID 19.

“En medio de la situación pandémica, el educador cubano tuvo que crecerse, tras meses lejos de la tiza y el borrador. Fue un reto mantenerse pendiente de nuestros estudiantes a través de una línea telefónica o de comunicación con los padres. Al volver a las aulas, llegamos hasta cada uno de los pupilos que hoy están en cuarto grado.

“Todo ha sido diferente, tal es el caso del cambio de pañoleta a los estudiantes que culminaron el tercer grado. Más allá del cambio de la fecha, que tiene un simbolismo único, porque el 14 de junio es un día de grandes efemérides, los padres no pudieron acompañar a sus hijos en ese momento, sin embargo, el día no dejó de ser especial para esos pioneros José Martí”.

La profe Domitila es exigente y recta al frente de sus alumnos. Con su experiencia siembra una semilla en cada uno de los que ocupan los pupitres. “Hace poco tiempo dos de mis ex estudiantes se graduaron de la Universidad de Camagüey. Uno de ellos, hoy un Ingeniero Mecánico, me llevó el título hasta la casa para mostrármelo. Fue un momento de felicidad y orgullo para mí”.

Los que conocen a estas dos consagradas maestras, saben que una máxima martiana distingue su accionar: “Honor a quien honor merece”. Ellas, Marianas de la alfabetización actual, merecen el honor de la vida dedicada a la educación.