CAMAGÜEY.- Pudiera hacer un comentario de cuello y corbata, colocar aquí unos cuantos formalismos, un poco de tecnicismos y llenar de ismos este papel periódico. Pero si les voy a hablar de familias, mejor visto esta página muy comodita, sencilla, como quien va a dormir, mientras la abuela va buscando el libro Había una vez y los espejuelos. Si se va a hablar de familias, no hay nada como las historias, las de verdad, las nuestras.

Historias es lo que sobra en Facebook, sí, entre memes y noticias, encuentras algunas, sobre todo si buscas en el grupo El código sí suena, que desde ya le recomiendo. Así conoces al Rolo, el padre que no necesita apellidos ni ADN para serlo; a Rouslyn y la responsabilidad de ser mamá de Ale, un niño con Trastorno de Déficit de Atención; el diario de Pauli, quien no puede ser más amado por sus madres y las redes.

Así lees la reflexión de Laura, que aunque no desea ser madre, cuida y ama a los niños de su esposo. Así lloras junto a Maritza y su lucha interna por la hija que se fue, pero no olvida. Allí también te emocionas con el amor todoterreno de Rocío y Evelyn, aprendes de la paternidad de Ariel y admiras la capacidad de dialogar de los padres de Lisy.

Pero las historias de familias no están solo en las redes sociales, sino en la bodega, el barrio, en el consultorio, en la guagua, los lugares que habita Cuba.

Porque si vamos a hablar de familias, hay que ver el pensamiento de una madre curando la fiebre de un hijo enfermo; pensar en el abuelo que tratan como el estorbo de la casa; en la niña maltratada; el adolescente con discapacidad que no se siente parte del grupo; en el padre abandonado a su suerte; en la mujer sin poder de decisión en casa; en las personas que se quieren.

Para hablar de familias hay que hacerlo del niño discriminado por sus compañeros de aula; de la abuela que se graduó dos veces de madre; del que no le alcanza el dinero para darle un mejor par de zapatos a la hija; de los que viven lejos; de los que se aman; de los que se cuidan.

Si ya leyó o vio esas historias y cree que le es indiferente el Código, entonces mírese y mire a las personas que le acompañan. No importa si comparten lazos sanguíneos, no importa si su familia es un amigo y una mascota. Lo que importa es que asistir a la vida implica formar parte de lo que te rodea. Lo que sí interesa es que puede dar su criterio, siempre responsable y justo, en esta revolución jurídica para tu familia, para todas, no solo para adicionar, modificar o eliminar, también para comentar de forma positiva.

Lo más importante es que el día de la consulta en su barrio o en su centro de trabajo no vaya a dormir como si fuera algo ajeno o de otro planeta; ser parte de un contexto y generación siempre exige responsabilidad.

Y alguien dirá: ya esta página de periódico se puso seria. Nunca ha dejado de serlo: ¿saben de algo más serio que el futuro de las familias cubanas? Porque el amor también es cosa seria, aunque no lleve cuello y corbata. Y si vamos a hablar de amor… habría que repetir todas estas palabras.