CAMAGÜEY.-Cuando apareció en China ese fatídico virus, vi la COVID-19 como algo muy lejano, lo confieso. Eso sí: seguí las medidas de higiene como una seguridad personal, algunas que ya eran habituales en mi vida y otras que exageré dadas las circunstancias..

Seguí en mi trabajo, en la calle, aún sin el incómodo nasobuco, mascarilla, o como se le llame, pero llegó el día, y en muy poco tiempo, que me quedé en casa. Esa es otra parte de esta película: a trabajar desde aquí y a cuidar la vida.

En el mundo de las redes sociales, esas que nos acercan o a veces nos alejan, apareció por entonces de todo, desde los buenos deseos y ese "¡Cuídate!", que se hizo una constante entre la mayoría de las personas con sentimientos humanitarios y solidarios, hasta opiniones se alejaban de lo humanamente posible.

Por supuesto, afloraron críticas a todo lo que en Cuba se determinaba o no. Comenzaron los criterios porque las escuelas no eran cerradas, ni los aeropuertos, ni el turismo, y cuando se decidió hacerlo, igual hubo reproches, por eso recuerdo aquello de: "palo porque bogas y palo porque no bogas".

Algunos parecían auras tiñosas revoloteando a la espera de ver los muertos caer unos encima de los otros en las calles cubanas, estaban al acecho de ese “pico” del virus SARS-CoV2 que podría ocurrir y sería algo fatal, por lo que sería evidente un colapso de los servicios hospitalarios, pues no habría ventiladores para la respiración artificial. No mencionaban, claro, que muchos equipos no pueden estar en Cuba a causa del bloqueo impuesto por los Estados Unidos de Norteamérica, eso por lo general se les olvida, lo que me atrevería a llamar amnesia selectiva.

Cuando el Estado cubano aprobó el arribo del crucero británico, un acto que habrá de recordarse siempre, igual pusieron el grito en el cielo, aquello era igual a que caeríamos como moscas, porque claro: “Cuba no tenía para eso”.

Ni hablar de las colas en los mercados de este país. No dicen que aquí faltan productos hasta elementales porque no los puede adquirir, y que en demasiadas ocasiones hay quienes salen a las calles hasta para ver qué están vendiendo, casi como una manía.

Leí campañas maléficas acerca de que los estudiantes de Medicina hicieran pesquisas en los hogares y la vida ha demostrado que quienes se preparan para ser médicos, enfermeros, por solo mencionar algunos, dieron su disposición y se robaron, poco a poco y con dulzura, el corazón de los habitantes de esta nación, además, que les ha servido de entrenamiento para un futuro nada lejano.

Decían que no contábamos con medios de protección y hasta ahora no ha fallecido aquí un solo trabajador de la Salud Pública a causa de la COVID-19. Y qué decir de los profesionales de la Salud que marcharon a otros países, hasta de Europa, que es lo mismo a decir del primer mundo, los han tildado hasta de esclavos. Y sí, esclavos son, de una profesión que les ha calado hondo, que la llevan en sus venas. Hacen todo por salvar al prójimo, sea de donde sea, son esclavos de la vida misma.

Cuando comenzó a hablarse de la aplicación del antiviral Interferón Alfa 2B recombinante (IFNrec) hubo quienes casi infartan al tratar de desacreditar a los científicos cubanos y con las gotas homeopáticas PrevengHo-Vir otro tanto, y así un sinfín de malas vibras imposibles de relacionar porque superan hasta los millones de infestados que hoy exhibe el mundo.

Una de las peticiones que leí en la red social Facebook hubiera querido hasta olvidarla. Esa persona, o monstruo, no sé cómo llamarla, dijo: “Ojalá mueran todos los niños cubanos y así no habrá comunistas en el futuro”. Algo verdaderamente escalofriante.

No por gusto dejé para el final los centros de aislamiento, esos tan criticados hasta por los beneficiados a veces. Las autoridades de este país saben cómo lidiar con las adversidades, y ponerse delante es una de las opciones acertadas. Como bien se dijo a la población eran centros habilitados al efecto, de ahora para ahorita, como diríamos en buen cubano. Se sabe no son hoteles cinco estrellas; no obstante, a mi humilde parecer, ese fue el pollo del arroz con pollo, de que a poco más de 100 días de detectarse los primeros casos en Cuba, que coincidieron con la fecha de ser declarada la pandemia, el 10 de marzo último, hoy exhibamos ante el mundo un país decoroso desde el punto de vista sanitario.

Vivimos en un país donde no dejan de lamentarse los fallecimientos por esta causa que ha llegado a 185 naciones, un país donde no han ocurrido descalabros en los centros penitenciarios, ni en los hogares de ancianos, ni en hospitales psiquiátricos.

Ahora nos queda ahuyentar a ese "bicharraco" mediante el cumplimiento de las medidas orientadas, tener conciencia de que cada cual es responsable de su salud, el cuidado personal es vital, el que, a su vez, se convierte en el de la propia familia y el de los que nos rodean. Evitar un rebrote de casos depende del comportamiento de cada cubano.

¿La economía?, se afectará sin lugar a dudas, pero más importan las vidas de los seres humanos. Aquí las personas valen y mucho.

Si bien preocupaba y mucho que en países desarrollados este virus los volviera patas arriba, aquí, en este pequeñito archipiélago los resultados han sido otros, a pesar de las dificultades, las escaseces, y otros etcéteras que pueden perfeccionarse, sin olvidar que pese a las comparaciones aquí no hay un cubano digno, viva donde viva, que se alegre del mal desempeño de nación alguna y menos de la enfermedad y la muerte de otros.