CAMAGÜEY.- La frágil paz colombiana acaba de estallar bajo el impacto de las armas de fuego al volver un sector de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia–Ejército del Pueblo (FARC-EP) a la lucha guerrillera en las regiones selváticas de ese país sudamericano.
Iván Márques, el comandante que hace alrededor de tres años negoció con el gobierno de Juan Manuel Santos los acuerdos de paz en La Habana, en un comunicado difundido a la opinión pública internacional dio a conocer la decisión de volver, junto a unos 2 000 de sus compañeros, a empuñar las armas ante la traición a esos acuerdos por el gobierno de Iván Duque y los continuos asesinatos de los antiguos miembros de la guerrilla y los líderes sociales comunitarios, que ya suman más de 500 estos últimos en lo que va del 2019.
Ante tal decisión, el Partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC) a través de Rodrigo Londoño (Timochenko), el anterior jefe de las FARC y presidente de esa organización política ahora, la desaprobó tácitamente al declarar que las grandes mayorías continúan comprometidas con los acuerdos de paz del 2016 aún con todos los obstáculos y dificultades que se enfrentan.
En el comunicado difundido por Márques dice “que nos obligaron a regresar al monte”, pero ‘nuestro objetivo estratégico es la paz de Colombia con justicia social”… “No vamos a seguir matándonos entre hermanos de clase para que una oligarquía descarada continúe manejando nuestro destino y enriqueciéndose cada vez más a costa de la pobreza pública y los dividendos de la guerra, al tiempo que denunció los continuos asesinatos de líderes sociales y excombatientes desmovilizados, todo lo cual justificaba la vuelta a la lucha armada como un derecho universal de los pueblos de levantarse contra la opresión.
Resulta más que evidente que hay una clara voluntad de la extrema derecha que gobierna actualmente en Colombia de liquidar los acuerdos de paz por lo cual es la única responsable del clima de violencia que actualmente se está viviendo en el país y que tiene como principales víctimas a las fuerzas de izquierda y a las que luchan por el establecimiento de una verdadera democracia.
Por ello no es extraño que ahora se aparezca el mandatario Iván Duque, que muy lejos de admitir los incumplimientos gubernamentales que han dado al traste con los acuerdos de paz firmados con las FARC-EP en el 2016, evada esas verdaderas razones de tal situación y se le ocurra culpar a Venezuela y a su presidente Nicolás Maduro del resurgimiento de la guerrilla en ese país al tiempo que anuncia que caerá todo el peso de la ley sobre los que escojan la ruta de la “criminalidad”.
Al rechazar tales acusaciones sin prueba alguna, Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional Constituyente (CNC) de Venezuela le recordó a Duque que la violencia en ese país transcurre en espiral desde hace 60 años y ello no comenzó precisamente por culpa de Maduro ni del Gobierno chavista al tiempo que aludió al hecho real de que como causa del conflicto armado, cuyo reinició lamentó, más de cinco millones de colombianos han ingresado a territorio venezolano.
En el marco de disímiles opiniones expresadas oficial o extraoficialmente por grupos de gobiernos e instituciones y organizaciones de movimientos populares por la vuelta a la lucha armada en Colombia, el Gobierno cubano reiteró su compromiso con la paz, como garante que fue, junto a Noruega, de los acuerdos alcanzados por la guerrilla y el gobierno colombiano en La Habana hace ya tres años.
Por otra parte, según se informó por el Ministró de Defensa colombiano, un día después del levantamiento armado, nueve personas fallecieron tras una operación de bombardeo de la Fuerza Aérea en contra de los insurgentes de las FARC-EP en San Vicente de Caguá, Departamento de Caquetá, por lo que se consideran las primeras víctimas de la renovación del conflicto bélico.