CAMAGÜEY.- Cualquier persona, en cualquier momento, pudiera ser víctima del terrorismo pues, según las estadísticas, el número de países afectados por esta forma de lucha política violenta va en aumento, aunque ocho, entre los 10 primeros que integran el Índice de Terrorismo Global del 2018, se encuentran en estado de guerra o afectados por algún conflicto.

Lamentablemente, esa vía de sembrar terror, inseguridad y caos afecta a la población en general, incluyendo a aquellos inocentes que nada tienen que ver con los conflictos que la generan y como se trata de un acto de intimidación, mientras mayor sea su alcance, incluyendo el mediático, mayor será el éxito percibido por el grupo o partido que lo llevó a cabo.

Muchas veces, los sobrevivientes a una de esas experiencias o los familiares de los fallecidos se sienten olvidados y abandonados en su dolor y luchan porque se escuchen sus voces y se haga justicia, porque se apoyen sus necesidades y se respeten sus derechos.

En diciembre del 2017 la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas instituyó el 21 de agosto como el Día Internacional de Conmemoración y Homenaje a las Víctimas del Terrorismo, que este año dedicó su segunda edición a reflexionar sobre la capacidad de recuperación de las víctimas y sus familias.

Qué han hecho para transformar sus experiencias, cómo han contribuido en su curación y recuperación, cómo se han fortalecido y unido en contra del terrorismo, son algunas de las interrogantes sobre las cuales se intenta que reflexione toda la sociedad, donde encontrarán, sin dudas, el mayor apoyo.

Cuba no escapa a esta realidad. Suman casi tres mil el saldo de muertos en medio siglo de hostilidad estadounidense contra la Isla, entre ellos, más de un centenar de niños afectados por la introducción en 1981 del dengue hemorrágico, víctimas del ametrallamiento a poblados costeros, de atentados a sectores económicos, de la agresión por Playa Girón, del sabotaje al avión en Barbados.

En cada fecha se les recuerda y rinde homenaje, pero esta será otra oportunidad de unir las voces por la paz y el fin de tanta agresión; de crear conciencia sobre los profundos daños, tanto físicos como psicológicos, que acarrea vivir un atentado terrorista; de emprender acciones para que se conozca cómo interactuar con las personas que han vivido de primera mano una situación violenta de este tipo, para que sepan dónde y cómo buscar ayuda.