CAMAGÜEY.- Me pareció patético Mauricio Macri cuando calificó de “amarga experiencia y un día muy malo” el resultado de las elecciones primarias para elegir los candidatos a las presidenciales del próximo mes de octubre y que fueron ganadas ampliamente por el Frente de Todos que tiene como aspirantes al binomio Alberto Fernández y Cristina Fernández para primer mandatario y vicepresidenta, respectivamente.

En realidad, no había razón alguna para que Macri se asombrara de dichos resultados si tenemos en cuenta que al final de su mandato neoliberal de cuatro años deja una Argentina con una grave crisis económica, endeudada por más de 157 mil millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional (FMI), constantes manifestaciones populares contra los “tarifazos” que encarecieron considerablemente los servicios de la electricidad, el agua, el gas, los masivos despidos que condujeron a elevadas cifras los indicadores de desempleo, una cabalgante inflación y todo lo cual puede resumirse en que más de cuatro millones de argentinos están por debajo de los índices de pobreza.

En la carrera hacia la nominación por la presidencia y la vicepresidencia en las llamadas elecciones primarias conocidas como “Paso” , por ser abiertas, simultáneas y obligatorias concurrieron diez binomios aspirantes a los cuales Alberto y Cristina Fernández aventajaron en unos 15 puntos porcentuales para convertirse, además de la fórmula Macri-Pachetto por el partido Juntos por el Cambio, en los candidatos del Frente de Todos para las elecciones generales del décimo mes del 2019.

Los resultados de estas elecciones han sido considerados siempre como un adelanto de lo que pudiera ocurrir cuando se celebren las presidenciales, lo cual quiere decir que los argentinos tendrán en sus manos la posibilidad del cambio hacia delante, como bien dijo Alberto Fernández en sus primeras declaraciones, y no hacia atrás como ocurrió con el triunfo de Macri hace cuatro años.

La victoria del Frente de Todos, el cual suma otras diez fuerzas políticas de izquierda, que incluye a los peronistas, agrupación que aún conserva notable influencia entre la población, ha tenido una notable repercusión, no solo en la región sino en el ámbito internacional al provocar un desplome en los valores del peso argentino que se cotiza ahora a 60 por dólar en el mercado estadounidense y otros países, como Colombia, Brasil …

Ahora, lo inusitado de estas consecuencias es que Macri, muy lejos de asumir críticamente su responsabilidad por esta debacle, lo ha traspasado al binomio Fernández por haber conducido a los argentinos a votar en su contra, afirmación que raya en la desvergüenza.

Aunque a algunos pudiera no parecerle, el triunfo del Frente de Todos y la derrota de la política neoliberal del actual gobierno, pudiera marcar un viraje en la tendencia derechista que prevalece actualmente en la región si tenemos en cuenta el peso de una nación como Argentina en América Latina y el Caribe y si pensamos que también en octubre, Bolivia, con la ascensión a la presidencia de Evo Morales al que todos dan como ganador en las presidenciales de ese país en dicho mes, se sumaría como una fuerza más a la izquierda del lado de acá del Río Bravo y la Patagonia, que buena falta nos hace.