CAMAGÜEY.- La enseñanza de la Historia no puede ser neutra ni desalmada. Así lo reafirmaron el historiador Ernesto Limia Díaz y el intelectual Abel Prieto Jiménez, presidente de Casa de las Américas, durante el conversatorio “Desafíos culturales de la contemporaneidad”, celebrado este 11 de abril en la Escuela Provincial Pedagógica Nicolás Guillén Batista, de Camagüey, como parte del primer Coloquio Nacional Orgullo de Ser Cubano.
En un auditorio joven —la escuela cuenta con una matrícula de 987 estudiantes, que se forman en 15 especialidades para diferentes niveles de enseñanza—, Limia y Prieto apostaron por la narrativa histórica como una herramienta viva, capaz de emocionar y hacer pensar, de conectar pasado y presente.
Limia, con un tono apasionado, defendió el papel de los maestros de Historia en la formación de los ideales patrióticos desde el siglo XIX. Evocó figuras fundacionales como Félix Varela, quien ya en 1817 advertía que educar es la única vía para la libertad. “Varela formó a un grupo de maestros que iban a definir los destinos de este país, pero el regreso del absolutismo en España y el miedo paralizaron a muchos en Cuba”, afirmó.
Continuó con José de la Luz y Caballero, quien rescató el legado de Varela y le dio cuerpo en sus aulas: exigía madurez para ejercer la docencia, incorporó el arte a la enseñanza, y fundó instituciones como el colegio El Salvador, donde se cultivaba el intelecto y la ética a partes iguales.
Limia no solo conectó figuras históricas, sino que las relacionó con procesos actuales. Al recordar que Perucho Figueredo compuso su primer himno como examen escolar, y que muchos de los patriotas de la Asamblea de Guáimaro fueron discípulos de Luz, trazó una línea clara entre formación, sensibilidad y compromiso patriótico. El patriotismo no se hereda, se forma. Y no hay mejor formador que un maestro de Historia.
Se refirió también a momentos críticos como la Asamblea de Jimaguayú, donde “se traicionó a Martí al no dedicarle ni un minuto de silencio”. Pero destacó cómo Martí revivió en Julio Antonio Mella, en la Universidad Popular, y luego en la Generación del Centenario liderada por Fidel Castro. La narrativa histórica debe incluir esas luces y sombras, y despertar emociones, insistió.
Abel Prieto, por su parte, advirtió que la cultura contemporánea está bajo ataque: “El mundo quiere borrar la Historia”, dijo con vehemencia. Y remarcó que uno de los mayores desafíos es mantener vivo a Martí y a Fidel en el imaginario juvenil. Las redes te dicen que ser cubano no vale la pena, que todo lo bueno es extranjero. ¿Cómo combatir esa narrativa colonialista?.
Denunció el auge del racismo, del fascismo, de la banalización en redes sociales, y puso ejemplos alarmantes: jóvenes disfrazados de Hitler o del Ku Kux Klan. Eso no es simple ignorancia: es colonización cultural, alertó. Por ello, llamó a formar una mirada crítica: no aceptar sin cuestionar, verificar lo que circula en redes, saber distinguir lo valioso de lo desechable. “Las redes apelan a la emoción rápida. Pero como dijo Fidel, el mayor error de un revolucionario es no pensar”.
Abel elogió la profesión de maestro, a la que calificó como “la de mayor trascendencia”. Y coincidió con Limia en que enseñar Historia requiere emoción, no solo datos. Citó la película Inocencia, de Alejandro Gil, como ejemplo de narrativa histórica capaz de estremecer y enseñar a la vez.
Limia retomó la palabra para resaltar que construir la narrativa histórica es un ejercicio colectivo y participativo. Recordó su gira con el cantautor Raúl Paz por universidades cubanas, donde el diálogo entre arte y pensamiento fortalecía el sentido de pertenencia. Anunció para 2026 un proyecto conjunto con Reinaldo Echemendía, director del Ballet Folklórico de Camagüey, para llevar a escena un homenaje a Gertrudis Gómez de Avellaneda.
“La Historia también se enseña desde el arte”, dijo, y valoró cómo figuras actuales y logros científicos como las vacunas cubanas contra la COVID-19 refuerzan la narrativa de que “somos un país de gente grande”.
El conversatorio se repetirá los próximos días ante jóvenes de la Unión de Jóvenes Comunistas, del Movimiento Juvenil Martiano, y con participantes del Coloquio, en diferentes espacios culturales de la ciudad. Porque urge enseñar Historia con alma y análisis.