CAMAGÜEY.- Los entrenadores lo prepararon para esquivar todo, calcular debilidades y atacar como un relámpago. Julio asumió como nadie esa táctica y la convirtió en sello de una generación en su deporte.
Sin embargo, cuando baja del cuadrilátero, La Cruz se entrega a todos, incluyendo a sus rivales, porque en esencia es el hijo de Anita, el que aprendió de ella que querer, compartir y respetar es la mejor táctica en la vida.
Su empatía, generosidad y carisma se le reconocen en el mundo del deporte y se maximizan cuando anda por las calles cubanas, porque en eso de enorgullecer a su mamá ha conseguido el cariño de todo un pueblo.
Y en este camino repleto de gloria deportiva, “Chachá” ha regresado siempre a su Camagüey porque si no lo hace sus pulmones no toman aire y su alma se muere de hambre.
Desde 2023 el campeón agramontino asumió un reto para el cual no recibió entrenamiento técnico, pero que le queda casi tan justo como los guantes de pelea, porque ser diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular, y más en tiempos de crisis, demanda muchísima preparación, pero sobre todo, una dosis altísima de sentido común, sensibilidad y firmeza.
Me cuentan que en su silla está siempre inquieto pero atento, que casi no habla, pero cuando lo hace hay que aguantarse, porque está hablando el muchacho de La Zambrana, el que sabe lo cara que está la vida y no soporta ver a los viejos sudando en un apagón.
Aunque la comisión a cargo lo ubicó en el municipio de Santa Cruz del Sur, él piensa y empuja por todos los cubanos.
No tiene pena en confesar que le falta preparación para estar a la altura de ese encargo social, aunque a decir verdad a nuestro Parlamento le hacen falta más guerreros que teóricos, más golpes de realidad que discursos edulcorados.
Por eso hoy muchos le depositamos la confianza y confiamos en que, con la sencillez que le caracteriza, pero con la fuerza y dignidad que le sobran, intentará representarnos hasta el último round.