CAMAGÜEY.- El 14 de junio atesora los natalicios de Antonio Maceo Grajales, en 1845, y de Ernesto Che Guevara de la Serna, en 1928, quienes trascendieron en la historia por su rol determinante en diferentes etapas de nuestro proceso revolucionario.

Ese día deviene si-nónimo de combatividad, coraje e integridad.

Los unió la causa de Cuba. Aunque en contextos distintos, ambos tuvieron un objetivo común: liberar al pueblo cubano de un régimen opresor.

Para Maceo era menester acabar con el colonialismo español, el cual impedía la independencia de la Isla y mantenía la esclavitud como expresión suprema de humillación humana.

Para el Che era necesario fi nalizar con el vínculo neocolonial entre la tiranía de Batista y el dominio imperialista estadounidense.

Por méritos propios, son referentes eternos de la juventud y de la vanguardia política en el fragor de la nación; símbolos insuperables de valor e intransigencia revolucionaria. Ambos condujeron las invasiones desde Oriente a Occidente; cayeron en combate; merecieron la confianza de los más grandes líderes de sus contiendas.

El profundo sentido del deber, la entrega a la causa por la que ofrendaron sus vidas; la capacidad de imponerse a las dificultades y emerger victoriosos de ella siguen inspirando a las distintas generaciones de cubanos.

Como expresara Fidel, fi el seguidor de los ideales de aquellos colosos:

“Si uno afi rmó que quien intente apropiarse de Cuba recogería el polvo de su suelo anegado en sangre si no perecía en la lucha, el otro anegó con su sangre el suelo de Bolivia tratando de impedir que el imperio se apoderara de América”.

La vigencia del ejemplo de Maceo y el Che conju-gan dos de los símbolos más elocuentes del carácter cubano en la conquista de sus utopías. Se hace más necesario que nunca una identifi cación con los va-lores de estos héroes, para que, junto a los paradigmas de Agramonte, Martí y Fidel, el país impulse obras por el bien, perfeccionando el camino hacia una sociedad más justa, iluminando las nuevas batal-las, fi eles a la decisión de defender lo alcanzado por nuestra Revolución.