CAMAGÜEY.- En el salón Jimaguayú de la Plaza de la Revolución Mayor General Ignacio Agramonte y Loynaz late el corazón de una nación. Allí, donde llegó bajo la lluvia el Comandante en Jefe en su tránsito definitivo hacia Santiago de Cuba en 2016, una vez más, como desde entonces, fue su pueblo agradecido a renovar compromisos.

Ahora, que el tiempo y la Historia nos obligaron a sobreponernos al dolor infinito, nadie llegó con lágrimas a la Plaza. Aquel silencio hondo de entonces se llenó hoy con las voces de los trovadores y las miradas atentas; en las manos, la flor, en puchas, en ramos, en espiga, o en medio de la palma como cosa querida, como regalo del alma a quien nos ha dado tanto.

Fotos: Leandro Pérez Pérez/ AdelanteFotos: Leandro Pérez Pérez/ Adelante

Mayelín Leyva Rodríguez es enfermera en Medicina Deportiva. Durante sus 20 años de trabajo una de sus mayores pruebas las vivió en 2020, la Zona Roja. “Nos preparamos desde que se supieron las primeras informaciones de la enfermedad. Cuando comienzan los casos aquí estuve en el “Militar” cuidando de los niños de Ciego de Ávila, después en la escuela pedagógica Nicolás Guillén y hasta que finalizó esta etapa en la Escuela de Iniciación Deportiva Cerro Pelado. Fue difícil. Pero no podíamos fallarle a nuestro pueblo, no podíamos fallarle a Fidel, a lo que nos enseñó. Este homenaje es devolverle solo un poco de lo tanto que significa para los cubanos, él es nuestro baluarte y lo defendemos cada día haciendo mejor nuestro trabajo, entregándonos”.

“Describir a Fidel es imposible, a él lo llevamos siempre en el alma. Crecimos sabiendo que estaba allí, por eso fue tan duro perderlo físicamente. Pero hoy nos sigue  trazando el camino, es guía, su legado está más vivo que nunca. Cada una de sus palabras está dicha en presente”, aseguró Damaris Iglesias Alvarez, secretaria político-ideológica del Comité del Partido Comunista de Cuba en el distrito Julio Antonio Mella.

La Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) llegó a rendir tributo no en la algarabia que la caracteriza, en un gran bloque de muchachos y muchachas. Lo hizo de a pocos, como dictan las medidas sanitarias de protección contra la COVID-19, pero en ellos iba el mensaje y el cariño de muchos.

Roberto Alejandro Carrazana  Carballo, estudiante de cuarto año de Medicina, dijo a Adelante Digital: “Nuestro Comandante siempre está presente en el cumplimiento de nuestra labor, sobre todo en este tiempo de pandemia en que los estudiantes de las Ciencias Médicas hemos tenido que entrar a los centros de aislamiento, en la pesquiza activa, en el Laboratorio de Biología Molecular…. siempre siguiendo su ejemplo de ser útiles. Cumplir nuestro deber  es la manera de serle fiel, él dijo que creía en nosotros, los jóvenes, y no podemos defraudarlo”.

 

Laura Marian Bacallao Padrón, presidenta de la FEU de la Universidad de Camagüey, estudiante de Periodismo de segundo año, afirmó que como universitarios serles fiel a Fidel es también cumplir el concepto de Revolución y por eso acudimos a las comunidades en medio de la pandemia para ayudar en la transformación de los barrios, nuestra institución acogió a contactos de casos positivos a la COVID-19 y servimos de facilitadores para su atención. La FEU de Fidel siempre estará donde haga falta”.

Miembros del Partido Comunista Portugués y de la Asociación de Amistad Portugal-Cuba que recorren por estos días la provincia también llegaron a la Plaza a demostrar con su presencia la universalidad del Gigante de verde olivo. “Esto es un honor muy grande, aseguró Manuel Gloria, poder conmemorar desde aquí la partida física del Comandante Fidel. Para todos los que lo admiramos él nunca se ha ido, está presente en cada persona que defiende la Revolución Cubana. La dimensión de esta obra está en la personalidad de quien es faro y ejemplo, gracias a su conducta y a su acción en pro del pueblo entendimos que sobrepasar al capitalismo es posible”.

En un momento de quietud llegó Norma Luaces Rodríguez con la calma que el peso de sus 76 años le impone. Al salir recobró el aliento, y un poco el alma, y sin dudarlo nos dijo en confesión “a él le debo estar aquí”, y enrumbó hacia la avenida con lágrimas en los ojos. “Mire, nos contó cuando le interrumpimos el camino, yo fui delegada al segundo congreso de la Federación de Mujeres Cubanas siendo presidenta de la organización en Minas. Llegué a La Habana con un pie lesionado con una tromboflebitis, cuando el Comandante dijo de saludar a las delegadas de Camagüey me moví rápido del lugar para estar más cerca y dejé un zapato. Cuando él se da cuenta ve el estado de mi pierna y además de casi interrogarme por todo lo que hacíamos en el territorio me puso una mano en el hombro y me dijo ‘usted se va a poner bien’. Al llegar al alojamiento me llaman que una persona me esperaba, era un angiólogo para valorarme, y así volví cada mes a La Habana a atenderme mientras estuve enferma. ¡Cómo iba yo a creer que él iba a cuidar así de mí; de esta negrita que ha podido vivir gracias a la Revolución! Todos los días le pido a él por mi salud y vengo cada noviembre a dejarle una flor. Hace cinco años estuve aquí mismo, bajo la lluvia, no podía dejarlo solo, él nunca me ha dejado a mí”.