CAMAGÜEY.- La mayoría de las historias de las luchas en la Sierra Maestra cuenta de los grandiosos servicios que le prestaron a la Patria los admirables revolucionarios que combatieron a la tiranía batistiana. Mas no hicieron menos las integrantes del Pelotón Marianas Grajales, fieles defensoras de la casta independentista que las antecedió.
Una vez un combatiente le preguntó, en aquel contexto, a Fidel Castro Ruz, por qué armaba a las mujeres con fusiles M-1, de buena calidad para la época. La respuesta del Líder Histórico fue contundente: “Son mejores soldados que tú”. Aquellas 13 muchachas representaban el arrojo de la madre de la Patria. En sus ojos se manifestaba la firme actitud de aquella que estuvo, como su esposo y sus hijos en la manigua, y apoyó como enfermera de las tropas insurrectas. Brillaba en cada una el espíritu honorable de la matrona que no apartaba el machete de su mirada, siempre dispuesta a blandirlo en nombre de la libertad.
El 4 de septiembre de 1958 quedó constituido el pelotón de las guerrilleras. Y el 27 de ese mismo mes, tuvieron su primera acción combativa en el Cerro Pelado. En las páginas del libro Fidel Castro Ruz: la contraofensiva estratégica, de la autoría del Comandante en Jefe, se evidencia cómo quedó conformado su mando. “Designé al frente del Pelotón de Mujeres, con el grado de teniente, a la enfermera rebelde Isabel Rielo (…) como segunda al mando fue nombrada la teniente Teté Puebla”.
Ellas habían decidido cambiar el destino del pueblo oprimido. A la vez, habían tomado la determinación de romper con los límites impuestos de ama de casa, de meras cuidadoras o esposas. Su voluntad y capacidad la pusieron al servicio de la sociedad. Querían seguir los firmes pasos de Ana Betancourt, quien siempre abogó por los derechos de las mujeres, como se evidenció en Guáimaro, en 1869.
Otro ejemplo que les llegaba del pasado era el de Gabriela de la Caridad Azcuy Labrador. Por sus profundas convicciones independentistas se incorporó a las filas insurrectas el 14 de febrero de 1896, bajo la jefatura del brigadier Antonio Varona. Con valentía y fiereza en la contienda, primero obtuvo el grado de subteniente y, convenció a los incrédulos de la capacidad de una mujer para sobresalir entre la soldadesca. Por sus méritos en el campo de batalla se ganó el rango de capitana.
Las trece valientes de “la Sierra” no capitularon ni ante las balas del enemigo ni ante el machismo. Como Emilia Casanova o la ilustre Amalia Simoni, esposa de Ignacio
Agramonte, permanecieron impávidas y no retrocedieron ante el peligro. Una de ellas, Flor Celeste, fue herida en el combate de Maffo y en la Batalla de Guisa, y junto a Eva, Ada Bella y Rita, estuvo a punto de ser alcanzadas por la explosión de un obús. Sin embargo, jamás dieron señales de arrepentimiento por haber elegido la senda de la independencia.
A 61 años de la fundación del Pelotón Mariana Grajales, se cumplen una vez más las palabras de Fidel, cuando expresó: “… los hechos demostraron una verdad: que aquellas mujeres combatieron contra los soldados de la tiranía (...) le hicieron en los combates al enemigo una proporción de bajas mayor que las que le habían hecho los hombres en otros combates”. Ese espíritu victorioso todavía persiste en la imagen de las que hoy se entregan, dignas, a un país que las merece.