CAMAGÜEY.- ¿Cómo se llama el bebé?

-Alan, su nombre es Alan- dice la enfermera rápidamente y en voz alta.

Lo cuida como si fuera su madre, le llama “mi muchachote” y el rostro se le ilumina cuando él se mueve un poquito más que ayer. Alan es muy pequeño, aún no alcanza a saber quiénes son sus héroes y heroínas de verdad; tampoco tiene forma de agradecerlo, pero allí en el Servicio de Neonatología del Hospital Ginecobstétrico “Ana Betancourt de Mora”, se decide la vida de muchos como él.

Adelante Digital conversó con el Jefe de Servicio, Dr. Adrián Pacheco Martínez, un hombre bonachón, que desafía al interlocutor constantemente con bromas, pero no puede ocultar sus ojeras y su sacrificio:

“El Servicio de Neonatología tiene el objetivo de atender a todos los recién nacidos graves, críticos, bajo peso, prematuros y con enfermedades, en toda la provincia. Posee una dotación de 60 camas, entre cuneros e incubadoras. Cuenta con una sala de Terapia Intensiva, una de cuidados progresivos y otra de cuidados básicos neonatales. Además, existe la sala “de piel a piel”, perteneciente al Programa Canguro, donde se realiza el contacto directo entre la madre y el neonato, pues eso favorece el aumento de peso y la evolución de los niños. También tenemos un laboratorio que trabaja las 24 horas y con resultados al momento; en este lugar nada puede ser para mañana”.

¿Cuáles son las causas más comunes por las que ingresan los neonatos?

“Las causas más frecuentes- explica Pacheco Martínez- se hallan en la prematuridad y sobre todo, debido a la hipertensión en la madre. En el 2022 atendimos 200 niños y tuvimos 36 fallecimientos, cada uno con mucho dolor para sus familiares y para nosotros, que tratamos de dar lo mejor a cada paciente. En todos los casos han sido complicaciones que tienen su base en enfermedades de la madre, las cuales han generado interrupciones prematuras del embarazo”.

¿Qué desafíos enfrenta el Servicio?

“Sin dudas, el éxodo de profesionales de la salud y la falta de recursos materiales a causa de la crisis económica y el Bloqueo, nos han afectado muchísimo. Por ejemplo, uno de nuestros pacientes necesita un antibiótico muy específico (aztreonam) que no existe en el país, y gracias a gestiones de sus familiares y del Hospital con nuestros colegas en Venezuela, llegará hoy mismo a Cuba el medicamento.

Pero nuestro principal reto es proteger los recursos humanos que tenemos y estimular la entrada de nuevo personal al Servicio, a través del aumento salarial u otras opciones. Neonatología demanda el trabajo de muchas personas, sobre todo enfermeras y enfermeros capacitados que puedan asumir la complejidad de laborar con recién nacidos. Para los problemas económicos, buscamos alternativas, pero el recurso humano es lo más valioso aquí”.

La doctora Marilín Fernández Sánchez, Especialista en Neonatología, también recibe la mañana entre papeles y cálculos muy minuciosos, para que cada dosis sea la indicada. Descubre el signo de “Arlequín” entre uno de sus pacientes, y de inmediato se reúne con el equipo para evaluar al pequeño, que ahora tiene dos colores en su piel.

“Nuestro trabajo es un reto para todo profesional de la salud, porque son bebés que requieren atención especial y dedicación, (…) para que su familia viva la felicidad de tenerlos en casa con las condiciones óptimas”. Así describe su labor la especialista, con el background de aparatos médicos en el fondo, sonidos a los que ya está acostumbrada con 15 años en el Servicio.

Annelis Boza Caballero es la enfermera de Alan, la que se sabe su nombre mejor que nadie.

“Los neonatos no pueden hablar o quejarse como niños más grandes, por eso cada enfermero o enfermera debe dedicarse a un solo bebé. Eso posibilita, no solo un vínculo afectivo, sino también llegar a conocerlos. Se expresan a través de los signos y síntomas y eso complejiza todo; pero cuando te abrazan el dedo con su manita, cuando lo ves mejorar, es una sensación indescriptible. Cada uno de ellos te deja una huella y creas un lazo muy fuerte”.

Ella lleva 15 años como enfermera del Servicio de Neonatología y cuando habla por Alan, coloca la voz que imagina para él y dice: “seño, mija, me despertaste”, como si ella fuera el niño. “Cuando el paciente no puede hablar- me cuenta sin dejar de observarlo- nosotras somos su voz”.