CAMAGÜEY.- Vanessa traía entre sus manos pequeñas unas flores rojas para regalarle a la enfermera. Las apretaba mucho, no quería perderlas; pero cuando vio los bulbos, las jeringuillas y todo lo que se gestaba en aquella escuela, Vanessa rompió en llanto.

Entonces Yudith, la destinataria del regalo, tomó en sus brazos a la niña de tan solo 2 años, con el cariño de una madre y la paseó por el lugar, le mostró juguetes de cartón y animales de colores, para alegrarle la mañana, darle la confianza necesaria y hacer de la vacunación una experiencia educativa y amigable.

Egor tiene 10 años y me confesó, antes de entrar, que no estaba muy feliz porque temía al pinchazo, su cara de bravura confirmaba las declaraciones; sin embargo, al salir, le cambió la expresión y presionaba el algodón en el brazo izquierdo, como si la vacuna se le fuera a escapar. Yemberlyn, en cambio, dice que es solo un picazo de mosquito y ella no llora porque es fuerte.

Son muchos los rostros infantiles entre dos y 11 años que llegan por estos días a los vacunatorios de Camagüey, para inmunizarse contra la COVID-19, mediante una dosis de refuerzo de Soberana Plus. La Doctora Greter García Sánchez conduce este proceso en el seminternado Enrique José Varona, perteneciente al área de salud Julio Antonio Mella:

“El 15 de agosto inició la vacunación y se extenderá hasta el 25. En este proceso, a diferencia de algunos anteriores, se trata de monodosis: un bulbo por niño; por tanto, no hay que reunir a varias personas para abrirlos. A pesar de que este mes es para el disfrute vacacional, ha habido una gran afluencia de familias al vacunatorio; incluso, se han vacunado infantes de otras provincias que están haciendo estancia en Camagüey”.

Las escuelas, como la Águedo Morales Reina de Los Coquitos, han servido no solo de punto vacunal, sino también como centro gestor y de acompañamiento. “Hemos sido centro de vacunación contra la Covid 19 desde la inmunización de adultos y ahora también en la infantil. Nuestros docentes y trabajadores realizan la convocatoria para niños y sus familias; preparan los locales para que sean lo más amenos posibles para los infantes; se preocupan por el cumplimiento de las medidas higiénico sanitarias y participan como un apoyo muy importante en la organización y gestión de la vacunación de refuerzo”, explica Yanet Ramírez Valdés, directora de esa institución educacional.

La mamá del valiente Amed está trabajando y su vecina, Midelkis López Valdés, acompaña al niño mientras espera la revisión médica luego de ser vacunado:

“Hubo un trato excelente por parte de la doctora y la enfermera; me hicieron las preguntas de rutina, le tomaron la temperatura a Amed, le tomaron la presión y lo auscultaron. Afortunadamente no lloró durante la inyección porque él es muy bueno. Vine aquí para ayudar a su mamá y por la importancia de la vacunación; todas las familias, las escuelas y las comunidades deben ser conscientes de la necesidad de esta vacuna para proteger a nuestros niños”.

Amed me cuenta que lo levantaron muy temprano hoy, mas no importa, porque él quiere mucho a su vecina y el pinchazo no dolió: “Yo estaba muy asustado, pero no lloré ni nada, porque quiero estar protegido para empezar la escuela ahora en septiembre”.

El niño sale corriendo detrás de mí: “¿Periodista, esto va a salir en la televisión?”, me pregunta con los ojitos llenos de brillo y una mano sujetando a su pequeño brazo. Aunque vi un poco su decepción, le tuve que responder que no, pero la gente valiente como él no necesita salir en la televisión para inspirar a los otros niños; eso lo hizo sonreír de nuevo.

Cuando se van, “más protegidos y saludables”, como me decía una de ellas, cargan en su brazo y en su sonrisa, la historia que les contarán a los amigos en la escuela. Dicen adiós a las personas que se quedarán vacunando todo el día y por esa despedida feliz o simplemente, por las flores rojas de Vanessa, habrá valido la pena todo el trabajo.